«prólogo»

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ASTRID


Los ojos de todas las personas brillan al escucharme decir "vivo en Las Vegas", pero déjame contarte que no es así. Es un dolor en el culo cuando trabajas en la recepción de uno de los hoteles mas grandes y prestigiosos de la ciudad; lidiando con clientes que esperan que les des todo lo que quieren por el simple hecho de tener dinero y "clase social". Unos días son mejores que otros, y hasta puedes llegar a conocer a personas que han viajado por todo el mundo y no son pretenciosos...

—Ash. —la voz de mi hermana de otra madre se escucha al otro lado de la puerta, sacándome de mis pensamientos. —tienes que irte ahora o llegarás tarde, musa. —me llama por mi apodo cariñoso que ella misma me dio cuando nos conocimos en el jardín de niños.

Es una historia graciosa la de cómo sucedió. Todo el mundo piensa que nos caímos bien desde el primer segundo que nos vimos por como actuamos ahora, pero no podrían estar más equivocados. El primer pensamiento que tuve al verla fue: "que niña mas rara", ya que venía vestida con un vestido floreado, medias blancas y zapatos de charol... ¿quién demonios iba al jardín de niños vestida así? Volví a ver mi vestuario y me reí en voz alta, yo traía puesto unos jeans negros rotos, botas militares, camisa de una de las bandas favoritas de mi hermana mayor y una chaqueta de jeans.

Me río ante el recuerdo, tomando mi mochila de cuero negra y chaqueta de jeans, algunas cosas no cambian, salgo de la habitación para encontrarme con el rostro confundido de Montse. Me mira de pies a cabeza con el ceño fruncido, se que se está conteniendo de reírse la muy desgraciada. Sin decir nada paso por su lado, poniendo mis ojos en blanco. Bajo las escaleras, escuchando sus risitas lo que me hace que le muestre el dedo corazón. Paso por la sala hasta llegar a la cocina para recoger la ensalada de pollo que mi mejor amiga ha preparado para que coma en mi descanso en el trabajo.

—Me tienes que decir que demonios es eso. —Montse dice en un tono burlón, a punto de las lagrimas mientras entra a la cocina y abre el refrigerador.

—Párale, solnyskho. —digo en un tono molesto, mirándola con los ojos entrecerrados.

—¿Qué? —pregunta en un tono inocente fingido. —solo quiero saber que es eso. —me apunta de pies a cabeza, apretando sus labios para no reírse.

—Te voy a dar un putazo si no dejas de joderme. —pongo los ojos en blanco, poniendo el contenedor en una bolsa.

—Creí que ibas para el trabajo. —pone una mano debajo de su barbilla, acariciándose esta.

Resoplo fastidiada, abriendo el closet de la cocina dónde están las barras de proteínas y cereales. Me quedo allí por unos segundos, esperando a que se de por vencida y se vaya, pero lo debí de haber sabido mejor, Montse nunca se da por vencida.

—Es una camisa de Hockey. —digo en un tono neutro, sabiendo que si lo digo riéndome, la cabrona no dejará de molestarme.

Que tan bizarro es que la ciudad que nunca duerme y que está en medio del desierto compre un equipo de deportes, el cuál se juega en una pista de hielo.

Montse se ríe a carcajadas como una idiota, doblándose por la mitad y burlándose de mi como si no hubiera un mañana. Secretamente me río con ella, ya que la camisa me queda enorme, mas parece vestido, pero nunca le admitiría eso o sino no me la acabo.

—Para de burlarte. —le doy un manotazo en la espalda. —MGM es patrocinador de estos idiotas y por ley tenemos que usar esa horrorosa camisa cada vez que juegan en casa. —digo de mal humor.

El solo pensar en el tráfico en el que estaré metida cada día que jueguen en casa me estresa. La arena está justo al lado del estacionamiento de los empleados del hotel, y también compartimos estacionamiento con ellos así que estoy jodida sin importar el que.

—Pero los jugadores de hockey son calientes. —me dice con una mueca pícara en el rostro.

—Ajá... aunque no tengan dientes. —digo entre carcajadas haciendo que ella me ponga cara de enojada.

—Aburrida. —pone los ojos en blanco, dándome una nalgada. —te quiero directo del trabajo a la casa, nada de irse de joda por allí. —me dice en tono de "mamá gallina".

—Como tengo mucho tiempo. —digo con sarcasmo, entre la escuela y el trabajo no me queda tiempo de andar de joda.

—Ah, si es cierto verdad. —se burla de mi, dándome un beso en la mejilla de despedida. —maneja con cuidado y no insultes a medio mundo por no saber por dónde van. —me recuerda, dándome una sonrisa burlona.

—No prometo nada. —agrego, tomando mi comida. —te veo mañana. —me despido de ella y salgo a la cochera.

Dejo mis cosas en el asiento del pasajero, encendiendo el motor. Mi teléfono se sincroniza con el auto sonando mi canción favorita de One Direction. Si, me gustan las boy bands, ¡demándenme! Salgo de la casa que comparto con mi hermana de otra madre y manejo por las calles vacías  del norte de Las Vegas. Resoplo indignada al darme cuenta que muy pronto ya no será así, con este maldito equipo de hockey y el de futbol americano que traerán el próximo año la ciudad se llenará mas de lo acostumbrado y yo voy a querer matar a uno o dos idiotas por no saber por dónde van.

¡Malditos sean, Golden Knights!

Hockey Season +18 Christopher Vélez - Joel Pimentel Onde histórias criam vida. Descubra agora