«dieciocho»

645 95 16
                                    

ASTRID


Estoy en la cocina haciéndole un té caliente a Joel, quién llegó de sorpresa a nuestra casa a las cuatro de la jodida mañana. Mi corazón se acelera con emoción de saber que está aquí, a unos pasos de mi. Y no se si es la nostalgia de la película que acabo de ver con Montse, pero lo quiero tocar. Quiero sentir su calor corporal contra mi cuerpo, porque si hay algo en lo que Stella tiene razón es que todos necesitamos el contacto humano.

—Astrid. —escucho a Joel detrás de mi, y de repente soy consiente que la tetera ha estado haciendo ruido, dejándome saber que el agua esta lista.

—Hola. —digo apenada, poniendo agua caliente en una taza.

—¿Estás bien? —se acerca a mi y puedo sentir su cuerpo a milímetros del mío.

—Si. —me doy la vuelta para quedar cara a cara con él. —¿lo quieres al estilo americano o británico? —

—No entiendo. —frunce el ceño y me dan ganas de agarrármelo a besos.

—Estilo americano es solo el te, estilo británico es con leche y azúcar. —explico, pasando saliva con dificultad.

—Solo el té, por favor. —

Sin decir nada me doy la vuelta, tomando la taza. Saco otra para mi, y hago un té al estilo británico, ya estoy acostumbrada a tomarlo así. Nos vamos al sofá de nuevo, sentándonos enfrente del otro.

—Cuando me dijiste que vendrías a una hora inesperada nunca pensé que sería a las cuatro de la mañana. —bromeo, dándole su taza, nuestras manos se rozan y mi corazón se acelera un poco mas.

—Lo sé. —dice sonrojado. —pero acabamos de aterrizar y no quería ir a casa sin antes verte. —me acaricia la mejilla. —han pasado muchos días. —

En eso le doy la razón, llevan varios días jugando partidos fuera de casa y la única forma de comunicarnos es por mensajes cuando él no está tan ocupado o cansado.

—Tenemos un partido aquí y después vamos de visitantes de nuevo. —hace una mueca de disgusto. —así que quise aprovechar el momento para verte... aunque sean las cuatro de la mañana. —me da una sonrisa de lado.

—Tienes suerte que no te agarramos a palos. —me rio por lo bajo. —o que no te rociamos con gas pimienta. —me rio a carcajadas, pero soy rápida en cubrir mi boca.

—Veo que se saben defender. —toma un sorbo de su té.

—Si. —copio su acción. —siempre hemos sido ella y yo contra el mundo, así que decidimos tener estos objetos y también tomar clases de defensa personal. —

—Tengo suerte que no me hayan golpeado entonces. —ambos reimos.

Él se me queda viendo con una expresión extraña en su rostro. No sé si él sienta lo mismo que yo, no soy buena leyendo señales, pero hay veces que mi corazón me dice que si, que él siente lo mismo que yo.

—También. —pone su taza en la mesita de café, e inmediatamente toma una de mis manos. —me quiero disculpar por mi madre. —habla apenado, y estoy a punto de decir algo, pero él no me deja. —se que te dijo que solo quieres estar cerca de mi por mi dinero, lo ha hecho con todas las chicas que se han acercado a mi. —explica. —y todas me lo han dicho. —aprieta mi mano.

—No quiero hacerte problemas con tu mamá. —me justifico. —se nota que tu y ella tienen una relación estable, y ella solo quiere lo mejor para ti. —trago el nudo que se ha formado en mi garganta al recordar a mi propia madre.

—Puede ser sobreprotectora algunas veces... —

—Y es entendible. —lo interrumpo. —una madre siempre vela por el bienestar de su hijo. —le doy una sonrisa.

Hockey Season +18 Christopher Vélez - Joel Pimentel Where stories live. Discover now