46

1.6K 114 34
                                    

Kelsey P.O.V.

Todo el oxígeno que mis pulmones brindaban se detuvo, la sangre dejó de irrigar por mis venas y en el estómago se sintió como si me hubiesen dado el puntapié más duro de toda mi vida, como si un jugador de fútbol americano lo hubiese utilizado como balón.

Mis ojos no podían apartarse de la figura que se encontraba con su cuerpo descansado sobre el mural del edificio, quien miraba su reloj muy atentamente, frotaba sus manos como lo hacía cada vez que estaba nervioso y luego las posaba en sus labios para volver a realizar el ciclo.

No podía verme, el cristal polarizado del auto no lo permitía pero yo sí. Yo sí podía verlo a él, estaba viéndolo con la mirada clavada en su rostro. Aquél que me había enamorado, cautivado y brindado los mejores y el peor recuerdo de toda mi vida.

Un calor no proveniente de mi cuerpo se sintió por encima de mis manos y en ese momento noté que estaban fuertemente agarradas a mis piernas clavando las uñas en la misma y jamás lo sentí. Me estaba haciendo daño, no habíamos cruzado miradas algunas y ya me encontraba dañándome, a causa de él.

Sentí mis ojos completarse de agua pero si parpadeaba se desplomarían por mi rostro y prometí no regalarle ni una sola más. Desde el día que morí para él en nuestra vida, para mí él estaba sepultado bajo veinte metros y no había manera en el infierno que lo dejase volver a la misma.

En cuanto Justin tomó mi mano y me obligó a mirarlo noté el ceño de preocupación. Debía obligarlo a que se vaya pero sé que no lo hará, sé que al verme vulnerable no habrá forma de convencerlo para que se marchara así que tuve que recurrir a lo único que cruzó por mi mente en ese momento, al modo más rápido de imponerle su partida por esta noche y espero que no de mi vida.

Justin P.O,V,

Veníamos pasando un buen rato, es decir, fue una noche magnífica y el saber que se encontraba dispuesta al intentarlo otra vez, el darnos otra oportunidad me dejaba algo de esperanza.

Quizás después del huracán no siempre todo queda destruido. Quizás, solo, quizás aún quede alguna esperanza para volver a reavivar el la llama que se había comenzado a quedar sin oxígeno entre nosotros apagándose.

Persistía una última llamarada y la haría renacer como el ave fénix si es lo último que debo pero no perdonaré si vuelvo a perderla, no si la pierdo para siempre.

Sé que me había pedido muestras y no únicamente palabras y aunque por más pequeñas que sean las acciones siempre impactan por lo que la dejé escoger la música y estuve atento a brindarle pequeñas caricias.

No quería separarme de ella pero debía entender que para encontrarse uno primero hay que perderse y por sus ojos podía ver que se encontraba bastante perdía.

Aparqué en su edificio, he venido cada noche que hemos pasado separadas pero jamás tuve el valor para tocar su apartamento y comportarme como un hombre. No pude decirle esas palabras que ella tanto anhelaba y la simple razón es que soy un maldito cobarde que no quiere ser padre. No en estos momentos cuando la empresa se encuentra tan susceptible, no cuando aún tengo una vida por vivir, no cuando aún no sé remendar los errores de mis padres en mí.

En cuestión de unos instantes noté como toda ella cambió. Su cuerpo se tensó, se colocó rígido, sus manos estaban punzadas en sus muslos y su rostro era similar al de cuando te dan el aviso que alguien que amas acaba de morir.

Llevaba unos minutos llamándola, acariciando su cabello y nada. Seguía petrificada viendo a la entrada en su edificio. Me comencé a preocupar, pude notar por la situación que debía hacerlo.

Sex Slaves [SIN EDITAR]Where stories live. Discover now