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Debo admitir que extrañé a este hombre. Era la primera vez que no quería que el día terminara, me sentía muy bien a su lado. No pude dormir hasta muy entrada la noche, por lo que era obvio que me levanté más tarde de lo normal.

Y me odié por perder tiempo valioso con Levi.

Una ducha rápida y ya salía de la habitación para desayunar algo. Miraba los alrededores por si veía al chico moreno pero nada, no estaba por aquí.

—Señorita, es la primera vez que parece que durmió muy bien. —habla una criada. Parpadeo un par de veces, sentándome en el comedor para comer algo.

—Dormí bien. —asiento mirando alrededor. —¿Y ustedes cómo están?

La chica alza su ceja, divertida por la pregunta y por mi actitud. ¿Fui muy obvia?

—Estamos bien. —carraspea su garganta. — El Capitán ya tomó su desayuno y salió a caminar... por si quería saber. —sonríe de lado.

Desvío la mirada, el platillo de enfrente parecía muy interesante.

—Gracias por el dato.

Fui un poco obvia.

Por no querer volver a hacer el ridículo, no me atraganté con la comida para ir a ver a Levi. Tuve que tomarme mi tiempo y seguir como si nada. Eso no quita que cuando terminé, y ya me iba, apresuré el paso a los jardines del castillo.

Parezco idiota.

A primera vista, no lo encontré. El lugar simplemente estaba lleno de nieve blanca por todos lados, doy un suspiro y me pongo a buscarlo. Algo que siempre me gustó de éste lugar fue el jardín... ahora era la primera vez que lo veía lleno de nieve pero aún así se veía maravilloso.

Minutos después encontré lo que buscaba, no fue tan difícil pensando que era la única persona que rondaba por ahí.

Levi miraba el cielo, estaba recargado en el tronco de un árbol con ambas manos dentro de sus bolsillos. Se veía espléndido, pero también muy triste...

No quería interrumpir algún momento íntimo, pero tampoco quería verlo tan triste.

Muevo mis pies, nerviosa sin saber muy bien lo que tenía que hacer. Darme la vuelta e irme o ir directo y hablarle.

Todo se aclaró cuando la inspiración me iluminó.

Espero que me perdones y no te enojes.

—Aquí vamos... —me arrodillo y tomo en mis manos un poco de nieve. La muevo varias veces entre ellas hasta moldearla perfectamente. Solo tengo un tiro, de mí depende que el hombre más fuerte se moleste y me quiera matar. Sip, ya estaba resignada.

Un pie atrás y con fuerza suficiente, lancé la bola de nieve.

Y ésta golpeó directo en su nuca rapada, nunca habría creído que daría un golpe tan certero. Me sentía triunfadora.... hasta que vi su sonrisa algo tétrica. ¡Me está sonriendo! ¡Vámonos al carajo!

Y soltando una carcajada al aire, me puse a correr. E incluso, con la adrenalina a tope, me atreví a gritarle:

—¡A que no me alcanzas, perdedor!

Mi libertad fue limitada a simple segundos, de un momento a otro escuché sus pasos bastante cerca. Justo cuando creí que ya me iba a sujetar y estrangular, tropecé con mi propio pie... y caí de cara al suelo.

—¡Mierda! —y él por no querer pisarme, cayó también a unos centímetros lejos.

En estos momentos debía ser precavida y pensar mi siguiente movimiento, si me levantaba y trataba de huir fácilmente me atraparía, por lo que la mejor opción era... hacerme el muerto.

Entregar el corazón. |Levi Ackerman x OC| |Premios Wattys 2019|Where stories live. Discover now