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Guardo mis últimos objetos personales dentro de una caja, por fin había dejado limpio el despacho que abandonaría.

—¿Realmente harás esto? —comenta Ángel.

Aún cuando debió de irse hace tres semanas después de la disputa con Levi, decidió quedarse lo último que me quedaba aquí. Fueron las tres semanas más tristes desde que tengo memoria, nunca había llorado tanto por las noches...

—Sí... estaré bien. Me esforzaré por ser un buen soldado.

—Te dan miedo las alturas... —murmura tratando de hacerme entrar en razón sin muchas ganas. Pues lo intentó todo este tiempo sin que lo lograra.

—Podré superarlo. Algo de distracción me servirá... además de que mejoraré mi condición física. —sujeto mi pequeña panza para hacerlo reír, solo sonríe.

—Así estás perfecta.

—Gracias... —cargo la caja en mis manos y salgo del despacho, Ángel me sigue por detrás. —¿Cuidarás mis cosas?

—Sabes que las cuidaré como un tesoro... —afirma. Ruedo los ojos.

—Solo ponlas en una esquina y sacude el polvo de vez en cuando. —llego a la carroza y entrego la caja a un jover amigo de Ángel. Giro a verlo. —¿Estás bien?

—No. —niega. Desvía la mirada. —A mi no me preguntaste si te amaba... aunque sé que no lo esperas de mi parte.

—Lo lamento, Ángel. —tomo su mano para que me mire. —Encontrarás a alguien mejor para ti.

—Nadie mejor que tú.

—Ya verás que tengo la razón. —lo abrazo con fuerza. —Te veré dentro de tres años... salgamos a almorzar. ¿Te parece?

—Definitivamente. —asiente, acaricia mi mejilla. —No olvides que tienes familia conmigo, Akira. Tienes a alguien que te espera.

—Gracias. —vuelvo a abrazarlo. —Muchas gracias.

Eran los últimos días, yo ya me había anotado en el ejército de los muros e iniciaría mi entrenamiento el día de mañana.

Kimer llega con nosotros, se había cortado el cabello.

—¿Estás lista, Kira? —se veía ligeramente emocionado. Sonrío de lado.

—Claro. ¿Nos vamos?

—Vamos...

El inicio de un gran infierno.




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Estúpida...

Levi abre los ojos de golpe, respingando en su silla detrás del escritorio. Su mirada recorrió todo el lugar recordando que solamente estaba en su despacho. Con un suspiro se pasó la mano por la frente, estaba sudando.

Asco...

Sin embargo no se levantó de su silla, se quedó mirando por la ventana de su despacho directo al jardín, el sol apenas comenzaba a salir para iniciar un nuevo día que él no quería comenzar. En esos momentos tocó su labio inferior con su pulgar, pensando en ella... la única persona que últimamente ocupaba todos sus pensamientos. Odiaba eso. Incluso sabía que el entrenamiento para los novatos de éste año había comenzado hace dos semanas, y más de una vez pensó en pasarse por ahí a verla... saber si estaba bien.

Entregar el corazón. |Levi Ackerman x OC| |Premios Wattys 2019|Where stories live. Discover now