Capítulo I

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Izanami Hifumi se encontraba mirando el reflejo en el lago sin dejar de suspirar, ¿cómo había llegado a tal situación? Acababa de terminar su relación con el amor de su vida y sentía que la vida ya había dejado de tener sentido para él. Toda la historia había empezado años atrás, quizás tantos que ni era capaz de recordarlo pues sentía que lo conocía de toda la vida, pero sí recordaba el momento en que se había percatado de su amor, en ese entonces no correspondido por Kannonzaka Doppo.

Él era en la actualidad un vanagloriado host, el más popular de todo Japón y trabajador en Shinjuku Cualquiera que lo viera jamás pensaría que tenía problemas en su vida amorosa, pero así era. Alto, guapo, rubio, omega con una sonrisa resplandeciente y una personalidad completamente encantadora hacía que todas sus clientes sucumbieran bajo su encanto. No importaba si eran alfas, omegas o incluso betas, cualquiera que compartiera unas cuantas palabras con él terminaba enamorada.

La persona que le había roto el corazón era su mejor amigo, Doppo, alfa, también de 29 años, pero que a diferencia de Hifumi trabajaba como asalariado en una compañía relacionada a implementos médicos y farmacológicos. Para su suerte, buena o mala, vivían juntos desde que habían terminado la preparatoria, al principio porque Hifumi no tenía dinero ni lugar para vivir y en la actualidad era más por costumbre y conveniencia social que otra cosa.

Kannonzaka tenía serios problemas de autoestima, sufría de un intenso estrés laboral y además la ansiedad lo volvía loco día a día. Por lo que Hifumi podía creer, también sufría de depresión, aunque Doppo nunca le había confirmado aquel diagnóstico, aunque solo bastaba estar en compañía del asalariado para preguntarse si aquella personalidad tan negativa y con tantas ansias de morir eran algo normal. Doppo argumentaba que la diferencia estaba en que él quería morir, pero no matarse. Aun así, se podía decir que el estado mental de su amigo era delicado, aunque Hifumi tampoco se zafaba de ello.

Su gran fobia eran las mujeres, sobre todo las alfas. Debido a su apariencia y al aroma seductor de sus feromonas, desde pequeño fue atosigado por mujeres alfas que deseaban marcarlo sin importarle la diferencia de edad o estatus social. Pasó por muchas situaciones tensas y hasta peligrosas lo que conllevo a un miedo irracional hacia el género femenino. En cualquiera de los casos, su amigo de la infancia siempre había estado allí para apoyarlo y defenderlo, pero Hifumi sabía que no podía depender de Doppo para toda la vida, por lo que cuando se graduó de preparatoria se propuso trabajar como host.

Decidió que enfrentaría su miedo de frente, se obligaría a interactuar con su temor día a día y se convertiría en un hombre capaz de seducir mujeres sin salir corriendo ni que le temblara la voz. El entrenamiento fue complicado, en un principio ni siquiera podía estar en la misma habitación, pero el dueño del club conociendo su situación y pudiendo prever de que Izanami sería uno de los mejores hosts de Japón, le dedico todo el tiempo y la paciencia posible, asegurándose claro estaba de que cuando obtuviera fama siguiera trabajando bajo su amparo.

Uno de los primeros pasos era hacer que se acostumbrara a la presencia femenina, por lo que lo colocaban en habitaciones con mujeres que no lo atacarían, pues debía perderles el miedo. Su primer contacto fue con betas, que no eran influenciadas por sus feromonas omegas y tenían buena disposición para darle espacio y dejar que fuera él quien se acercara a ellas. Hubo una chica en particular que logró ayudarle en el proceso y que le brindó apoyo y comprensión.

Claro que el proceso fue largo, durante meses no hubo progresos e Hifumi llegaba a la casa todo deprimido y frustrado, sintiéndose incapaz de poder cambiar en algo su vida, por más que lo intentara parecía que nunca sería capaz de lograr su cometido. Pero ahí siempre estuvo a su lado Doppo, quien a veces lo esperaba despierto hasta altas horas de la madrugada para consolarlo. Le preparaba una taza de té, lo abrazaba y susurraba dulces palabras en su oído para calmarlo, limpiaba sus lágrimas y le proponía nuevas formas de aceptar a las mujeres o simplemente desviaba el tema para que se relajara.

Miel MentoladaWhere stories live. Discover now