Capítulo XXI

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En medio del éxtasis del momento Doppo escuchó lejanamente la petición de su compañero, mas no pudo procesarlo de manera correcta y procedió a morder parte de su mano mientras atrapaba a los largos y delicados dedos entre sus dientes para dejarle una marca de anillo alrededor del dedo anular. Los besos que daba en torno a su pecho también iban acompañados de marcas, que en otra ocasión hubieran calentado el alma de Hifumi por sentirse marcado, pero en esa oportunidad solo lo desanimaban, aunque ambos terminaron con igual cantidad de kissmark.

Como aquellos gestos solo aumentaban más y más el libido de Izanami, se dedicó a sentir cada sensación de placer y hasta de dolor que Doppo le otorgaba, olvidaría momentáneamente aquel otro asunto, ya luego tendría bastante tiempo para discutirlo con la mente fría. Además que no quería dejar que la decepción por que el alfa se rindiera a sus instintos y lo mordiera lo embriagara. Ahora era uno con el cuerpo de su amante y lo disfrutaría al máximo.

Con un último estremecimiento cayó rendido sobre Kannonzaka a la vez que este lo enterraba sobre sí para irse de igual manera. Se tomaron varios minutos para regularizar la respiración y que sus corazones volvieran al latido normal para luego mirarse y sonreír.

―Creo que he arruinado tu camiseta ―susurró Hifumi mientras se levantaba perezosamente y señalaba las manchas blancas que se encontraban en la tela a pesar de haberla sostenido en alto.

―En más de un sentido ―aludió el alfa a que la había agrandado y guardándose para él que cada vez que la vería recordaría aquellos momentos―. Así que... un nido, ¿eh?

El cambio de tema generó que ambos se levantaran con pocas ganas de la estrecha cama en donde momentos antes habían gozado, el celo de Hifumi había disminuido lo suficiente para centrarse en lo que tenía enfrente y para sentir vergüenza por sus acciones, aunque los dos eran conscientes de que podría aumentar en cualquier momento. Doppo negó con la cabeza al escuchar las débiles disculpas del omega por causar semejante caos y solo ordenó lo indispensable para luego arrojar el resto de ropa a un rincón de la habitación.

―¿Quieres que estemos aquí o que vayamos a tu habitación? ―Hifumi se le tiró encima provocando que la parte posterior de las rodillas del alfa chocaran contra el colchón y cayera de espaldas con el rubio encima suyo. ―Creo que aquí es mejor.

Estuvieron unos momentos solo así, guardándose entre sus brazos, suspirando sus feromonas y acariciando la espalda ajena en mecánicos movimientos mientras que las piernas se enredaban entre las otras, parecía como si fuera la paz luego de la tormenta. Aquellas acciones guardaban tanta intimidad como el acto sexual en sí mismo y llenaban sus corazones de tranquilidad y amor, hasta que era interrumpido por la voz de alguno de ellos, en esta ocasión, de Hifumi.

―Doppo ―habló con tono más serio del usual y no pasó inadvertido para su alfa quien contestó apenas con un ruido pero se acomodó para escuchar lo que fuera a decirle el rubio―, ¿por qué no me mordiste?

La ceja rojiza se elevó en signo de interrogación mientras que Doppo desviaba la vista hacia todas las marcas de mordiscos y más que adornaban el pecho y la mano de Hifumi, para cualquiera que lo viera estaba claro que lo había mordido.

―No de esta forma, sino que me refiero a "la mordida" ―el énfasis que hizo en aquel termino provocó que Kannonzaka tragara saliva, ahora sabía a ciencia cierta cuál había sido la extraña petición que le habían hecho.

―Hifumi, sabes que trato de complacerte lo más que puedo, incluso en aquellos momentos de desenfreno en donde las palabras solo salen de la boca sin haber pasado antes por el cerebro, pero algo así ―negó con la cabeza―, sabes que es algo que se debe hacer en otro tipo de situación, con tu ser destinado y luego de conversarlo con cuidado. Es algo irreversible.

Miel MentoladaWhere stories live. Discover now