Capítulo VI

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Una molesta luz aclaraba sus párpados y Doppo tuvo que parpadear más de una vez para percatarse de que ya era de mañana y él no había ido a trabajar. Se sentó de un solo movimiento en la cama y su olfato le dijo que Hifumi se encontraba cocinando, por lo que se levantó apresurado para reclamarle que no lo hubiera despertado. Allí en la cocina lo vio todavía usando pijama y con el mandril con vuelos de encaje que tanto le gustaba usar.

—¡Hi-fu-mi! —gruñó por lo bajo mientras se acercaba más a él y veía el extravagante banquete ya dispuesto sobre la mesa.

—¡Doppo~~! Ya despertaste, puedes sentarte.

—Sentarte nada —Kannonzaka se acercó y pellizcó su mejilla en reproche—. No tengo tiempo para comer, debo ir a trabajar y disculparme por llegar tarde... de seguro que me van a descontar la mitad del día.

—Duele, duele Doppo~ —Hifumi volvía a tener la energía habitual y revoloteaba su mano para que su amigo lo soltara—. Llamé a tu trabajo y dije que tomarías unos días libres, así que no debes preocuparte de nada.

—¡¿TU QUÉ?! —Doppo retrocedió hasta que la parte trasera de sus rodillas chocó con un banquillo y se sentó en él—. No estaba autorizado a pedir días libres, me los descontarán, no recibiré suficiente sueldo a fin de mes y tendré que vivir en la calle, sumado a los trámites del divorcio, a las explicaciones que tendré que dar, terminarán por despedirme y no podré seguir viviendo, seré un hombre cercano a los treinta años desempleado y que no es capaz de vivir por si mismo y...

—Doppo~~ basta. Nada de eso pasará, tenías días de vacaciones acumulados desde hace años así que es legal que te los tomes, nadie te va a despedir y tampoco te faltará dinero. Puedes cancelar el contrato con el departamento en el que vivían con Inohue y te puedo ayudar con los trámites del divorcio. Vuelve a vivir conmigo, como los viejos tiempos.

—Sí, tienes razón. ¿Me puedes aceptar de vuelta?

—Siempre.

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Doppo se miraba frente al gran espejo del baño en común y solo le quedaba suspirar. Como bienvenida o celebración de que volverían a vivir juntos, Hifumi lo llenó de productos y tratamientos de belleza; su rostro estaba cubierto por una mascarilla color verde y su cabello con aceites y onduladores. Debía volver a acostumbrarse a ese estilo de vida, el rubio siempre se había preocupado por su apariencia, pero desde que trabajaba como host su vanidad había aumentado hasta el nivel necesario en que inmiscuía a Doppo en sus juegos.

Había ocasiones en que el asalariado quería ahorcarlos con sus propias manos para que se tranquilizara y otras en que deseaba... ¡¿qué era lo que estaba pensando?! Pero era cierto, a pesar de que lo encontraba molesto en muchas oportunidades, había algo que lo mantenía unido a él, quizás era por su aura que lo embriagaba o por su increíble y radiante personalidad que iluminaba su oscura vida como el sol, y él como si fuese una polilla se veía atrapado por la luz. Además, era su único y más preciado amigo, y le demostraba día a día que podía confiar en él.

Sonrió frente al espejo, no era tan malo soportar aquellas cosas. Hifumi estaba haciendo todo lo posible ese día para distraerlo y mimarlo y no podía ser tan desagradecido con él. Volvió al salón en donde el host lo esperaba con un cuenco lleno de palomitas de maíz y un montón de mantas, ese día no habían dejado de comer e Hifumi usaba la excusa de que Doppo había bajado de peso durante esos meses fuera de casa. Doppo se sentó a su lado en el sillón y arregló las mantas para que los taparan a los dos.

Empezaron a ver una comedia romántica de esas que el gustaban a Izanami y que no le causaban ninguna gracia al asalariado y durante toda la duración del filme este pensó en que le faltaban todas las características del personaje principal, y que a lo mejor eso era lo que había hecho que su relación fallara. Tal vez si hubiera visto esas cosas, leído de los libros rosas de Hifumi o...

Miel MentoladaWhere stories live. Discover now