Capítulo XXIII

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Cuando volvía en el último tren de la noche pensando en cómo sería volver a ver a Hifumi y su reconciliación, no pensó en que sería algo como aquello: se encontraba en el baño compartido sujetando el lacio cabello rubio del omega y sobando su espalda mientras el otro sacaba de su cuerpo todo el alcohol bebido en las últimas horas. Doppo trató de recordar si aquella era la primera vez que pasaba aquello y se sorprendió un poco al darse cuenta de que así era, nunca había visto a Hifumi en tan mal estado debido al alcohol y menos por su trabajo. Aquello lo hizo pensar en que tan mal había estado también él.

Izanami al terminar de vaciar su estómago y dar claras muestras de querer dormir allí mismo, hizo que Doppo lo llevara hasta el lavamanos para lavarle la cara y que usara el enjuague bucal y entre suspiros lo llevó en andas hasta su habitación. Ganas de arrastrarlo por el pasillo no le faltaron, pero ese era el lado de amigo de infancia que hablaba y no el alfa pareja, debía comenzar a actuar más como el segundo sin dejar de lado el primero: aquello suponía otro reto para él.

Lo recostó en la cama, asegurándose de que su cabeza quedara en altura y ladeada por si más adelante tenía ganas de vomitar; sacó su ropa y tuvo que tragar saliva ante lo que vio, el cuerpo siempre tan bien cuidado de Hifumi se encontraba más delgado de lo usual, los huesos de sus caderas se marcaban en mal forma y podía notarse –de nuevo- lo mal que lo había estado pasando. De seguro que había estado comiendo poco y por eso también le afectó más el alcohol que de costumbre.

Otro suspiro llenó la habitación, a Doppo se le apretaba el corazón en pensar en que todo eso era su culpa. Porque él le había dado inseguridad a Hifumi mediante sus acciones y palabras, era su culpa el no querer marcarlo para evitarle problemas en el trabajo aunque de todas formas terminó haciéndolo, era su culpa no ser el alfa que necesitaba, su culpa, su culpa, su culpa. No podía sacarse esos pensamientos de la cabeza y comenzó a hiperventilar, se agarró el cabello con sus dedos y tirando de ellos se colocó de pie. Su culpa de que Hifumi estuviera ahí tirado intoxicado con alcohol, su culpa de que la relación fuera mal, su culpa de...

―Doppochin~

Se dio la vuelta, ahí se encontraba Hifumi con apenas los ojos abiertos, llamándolo, reconociendo su crisis de ansiedad y tratando de reconfortarlo a pesar de que él mismo se encontraba en mal estado.

―Estoy aquí ―contestó mientras iba a su lado y tomaba su mano―. Estás mal, deberías dormir un poco, ¿quieres que te traiga algo? ¿Un poco de agua tal vez?

Hifumi negó con la cabeza y le regaló una de sus brillantes sonrisas.

―Nope~. Solo quiero que te quedes conmigo.

¿Cómo podía negarse a esa simple petición? En esos momentos sería capaz de buscar y encontrar una forma de bajarle la luna si se lo pidiera. Se veía tan vulnerable que su alfa interior quería salir a la superficie para cuidarlo y protegerlo de todo. Pero solo le haría caso y se quedaría a su lado, asintió a su petición y solo buscó a tientas una manta para taparlo ya que le había sacado la ropa y no había alcanzado a ponerle el pijama para abrigarlo.

―Hifumi ―susurró Doppo mientras se acostaba a su lado y lo abrazaba, no sabía si el rubio había vuelto a quedarse dormido, pero necesitaba hablar en esos momentos, aunque fuera para sacarse las palabras de la boca―. ¿Por qué te comportaste así? Idiota

―Tu eres el idiota ―Hifumi se acomodó buscando el olor a menta que tanto le fascinaba, estaba a punto de caer de nuevo en la inconsciencia, así que guardó su cara en el cuello del alfa―. Porque te amo.

Doppo no pudo hacer otra cosa más que negar con la cabeza y acariciar el rubio cabello que se le metía por la nariz y la boca, aquellas palabras le calentaban el corazón pero lo hacían sentir más culpable. No era el momento de hablar así que solo abrazó el cuerpo del omega y decidió que era un buen momento para dormir. Tendría el día siguiente para conversar.

Miel MentoladaWhere stories live. Discover now