Capítulo XV

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No tenía una respuesta a esa pregunta, por más que tratara de pensarlo, su mente en aquel instante estaba solo llena de la idea de por fin poseer al omega bajo de si. Necesitaba entrar en Hifumi como nunca antes había necesitado entrar en cualquier otra persona. No podía pensar lógicamente sobre la causa de que otro omega provocase su celo, pero también entendía que debía darle una respuesta a su amigo.

―Yo... no lo sé ―Doppo se movió hacia atrás y se sentó a los pies de la cama tapándose la cara con ambas manos. No era capaz de ver a Hifumi directo a los ojos―. Estaba feliz de verte recorrer los pasillos de la feria cuando de pronto olí un aroma que me paralizó; y lo siguiente que recuerdo fue tu voz llamándome desde la multitud y ahí pude reaccionar.

Los brazos de Hifumi quien se había sentado al igual que él lo rodearon en un fuerte abrazo. La barbilla del omega se presionó en su hombro y escuchó aquella voz pocas veces dulce susurrarle al oído:

―Está bien, a veces suceden cosas que no podemos explicar. Lo que importa es que en estos momentos estás aquí conmigo y no con aquél otro. Todo va a estar bien, solo... déjate llevar, estoy aquí para ti.

Kannonzaka quién podía sentir cómo los supresores comenzaban a hacer efecto en su cuerpo lentamente, creyó que era mejor explicarle eso mismo a quien lo abrazaba tan fuerte y se ofrecía con tanta dedicación a él. No quería que Hifumi creyera que se lo debía como amigo o pensara que era su obligación como omega calmar a un alfa en celo.

―Hifumi, si me retiro a mi habitación y tomo una ducha fría el celo se detendrá, los supresores ya están haciendo efecto y no quiero que...

―Pero yo sí quiero. No me importa si el celo está desapareciendo o no, ya hemos llegado muy lejos para detenernos y los dos lo queremos, ¿no es así, Doppochin?

Las últimas defensas de Doppo cayeron y tomó entre sus manos el rostro del host para besarlo con todo lo que tenía, ya no podía seguir aguantando las ganas de sentir sus bocas juntas y de saborear la miel que encontraba alrededor de su lengua. Era un beso profundo que buscaba saciar la sed de tanto tiempo, como oasis en el desierto, así sentía el asalariado que era aquello.

A pesar de llevar ya rato besándose, Hifumi se percató de que las manos de su alfa seguían como apoyo en la cama y la otra no se movía de su quijada, él quería más que solo besos, quería aprovechar el estado salvaje y desenfrenado de Doppo como alfa en celo. Siempre había soñado con cómo sería y ahora que tenía la oportunidad, quería comprobarlo. Aunque la manera menos desenfrenada de los labios de su amigo sobre los suyos le decían que efectivamente el supresor iba ganándole al calor de la naturaleza.

El host se separó un poco para sacarse el suéter que llevaba y dejar su pecho al descubierto, con una sonrisa traviesa instó a Doppo a que hiciera lo mismo con su camisa y luego se recostó de espalda sobre la cama, esperando el peso del otro encima suyo, quien no tardo en entender su petición y cumplirla. El tacto de piel con piel solo encendió los ánimos y dio paso a que la boca recorriera otros lugares, cuello, clavícula y pectorales fueron recorridos por pequeños y hasta nerviosos labios, que a su vez además de tener el toque sutil de una mariposa, lograban cumplir su cometido: sensibilizar el cuerpo de Hifumi.

Las manos de Doppo comenzaron a deslizarse lentamente por los costados de Hifumi, sabía que su amigo era cosquilloso, por lo que con los toques adecuados podría utilizar la sensibilidad nerviosa a su favor y hacer que todo su cuerpo se arqueara para él. No era necesario aún retirar la ropa, ya degustaría su piel al debido tiempo.

Hifumi por su parte enterraba sus dedos en la cabellera rojiza, le gustaba lo suave que era al tacto a pesar de su apariencia descuidada, las partes onduladas se adaptaban a sus dedos fácilmente y si cerraba los ojos, le provocaba cierto grado de tranquilidad. Tranquilidad que era interrumpida por los espasmos que daba involuntariamente ante el toque de su amigo. Realmente estaba pasando y no quería que se detuviera, además, lejos de sentir cosquillas, quería más de ese toque.

Miel MentoladaWhere stories live. Discover now