Día 10: "Victorian AU"

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Si le hubiesen preguntado cuál era la diferencia entre vivir en esos momentos en las gloriosas tierras de Gran Bretaña y su antiguo hogar ubicado en su natal París, fácilmente podría exponer que no existían realmente diferencias tan marcadas como muchos podrían suponer, o al menos no a sus ojos.

Después de todo, habían salido de Francia para evitar pasar los malos ratos de la guerra que comenzaba a tomar más fuerza debido al ahora reelegido emperador Napoleón tercero, pero ahora se encontraban en un país de costumbres diferentes que, de igual forma, comenzaba a entrar en guerra para poder comerciar una sustancia que era prohibida, cosa que dentro de sus conocimientos tenía poco sentido. Pero como siempre, era algo que no podía refutar.

Frunció el ceño molesta mientras una de las mujeres de la servidumbre colocaba un plato de sopa frente a ella, intentando mantenerse al margen de la conversación que los hombres entablaban frente a ella, quien realmente estaba ausente ante cualquier charla de negocios que estuvieran teniendo.

Lo único que sabía sobre esa noche era que el hombre mayor era Gabriel Agreste un viejo amigo de su padre, uno que ostentaba un título nobiliario y que habia vivido en Francia una temporada donde habia encontrado esposa, y a su lado, el hijo de este, quien parecía tan poco interesado en la charla como ella, limitándose a observar lo que tenía en su plato, para luego llevar su mirada hacia ella.

Ya los había conocido con anterioridad, aunque solamente habia hablado de forma continua con Lady Agreste, quien había sido una mujer realmente amable al explicarle como debía manejar aquellos cambios, y así no cometer errores. Como uno que estuvo a punto de cometer en una cena en cuanto habían arribado al País al respecto del maquillaje.

En Francia, las mujeres acostumbramos a maquillarnos, y sabes bien que entre más se puede considerar mejor. Ya sabes, por lo caro de este. Pero aquí en Inglaterra, es todo lo contrario, consideran que solo las mujeres de la calle lo usan — le había dicho después de presentarse con ella, tomándola de la mano para excusarse para ir al tocador, ayudándole a retirar el color rojo intenso que llevaba en sus labios.

Pudo escuchar la suave risa de Emilie Agreste a su costado, como si alguno de ellos hubiese dicho algo realmente interesante y ante aquella señal se obligo a sonreír un poco o para no mostrarse descortés.

— Pero vamos, Tom, tienes que admitir que el cambio te ha sentado bien, no sólo a ti y a tus negocios, si no a tu hija también. Un cambio a una ciudad más modernizada siempre viene bien — aquello fue escuchado a la perfección por ella, llamando su atención — Sabes que aquí hay una universidad a la que podría ingresar en unos años, es algo que a Emilie le llamó mucho la atención en cuanto se esparció la noticia. ¿No lo cree así, señorita Marinette? — agregó el hombre rubio, dirigiendo su mirada hacia ella, haciéndole respingar un poco.

No podía negarlo. El hecho de que en Inglaterra pudiese tener una educación superior habia sido lo que logró convencerla de aquel cambio tan radical en su vida, además de saber que el negocio de su padre realmente podría prosperar.

Los ingleses eran personas que adoraban consumir productos del extranjero, logrando que la panadería de su padre prosperara más de lo que lo había hecho en el pasado cuando su abuelo inició ese negocio en París, duplicando así toda ganancia que pudiesen imaginar.

Si bien en el pasado en Francia nunca le falto nada económicamente gracias a ello, después de estar un solo año en Gran Bretaña ella podía sentir que pertenecía a una de las clases más altas de la sociedad, haciéndola sentir que desencajaba un poco.

Sintió un pequeño golpeteo en sus costillas, entendiendo el silencio que se habia formado pues ahora todos los ojos presentes la miraban de forma fija, e incluso pudo notar un poco de angustia en los de su padre.

Mucho marichat en mayo [Miraculous Ladybug][Drabbles/Oneshots]Where stories live. Discover now