2. Pintor

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2. Pintor.

Santiago.

Hace dos años abandoné la casa de mis padres para residir con mi abuela paterna en su hogar. No fue un cambio muy pesado como muchos se lo imaginan; es en la misma ciudad, cerca de los mismos supermercados, la misma universidad y las mismas personas.

Fue un pequeño y un gran cambio a la vez. Me costó semanas adaptarme a mi nueva habitación, cama, reglas y rutinas; pasé toda una vida viviendo con mis padres y no puedo negar lo mucho que me hicieron falta al principio.

No me costó mucho darme cuenta de lo bueno que era el cambio tanto para mí como para mi abuela. He tomado responsabilidades y también he aprendido mucho de ella mientras que Linda ahora tiene buena compañía, entretenimiento, ayuda y amor.

Tuve muchos motivos para mudarme con Linda. ¿Los más fuertes y que me dieron el impulso de hacerlo de una vez por todas? Mirarla caer e imaginarme cuántas veces ha caído en medio de la soledad, ver la alegría apoderarse de su mirada cada vez que llegaba a su casa un domingo e imaginarme lo oscura que se veía su mirada cuando nadie estaba, verla esperar siempre por una llamada o visita y mirarla soñar con una unión familiar difícil de conseguir.

No quería que envejeciera y muriera sola.

Desde muy pequeño he sido muy cercano a mi abuela. Cuando era niño mi razón principal para insistirle a mi madre para que me trajera a visitarla era que yo sabía que un delicioso pastel esperaba por mí.

Venir de visita era un regalo para mí.

No lo pensé mucho cuando tuve la idea de mudarme.

Linda se puso muy feliz cuando le pregunté si podía hacerlo.

El día de mi mudanza le hice muchas promesas al mirar la alegría en su mirada: prometí ser su pincel, prometí trazar líneas en su lienzo con colores vivos y prometí hacer de su obra de arte la más colorida y dulce.

Prometí ayudarla a darle color a su vejez.

Pienso cumplir mis promesas.

El color de su vejezDove le storie prendono vita. Scoprilo ora