7. Café

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7. Café.

Santiago.

—Aquí tienes tu taza de café —digo mientras coloco la taza blanca sobre la mesa.

—Gracias, Santiago.

Suelta el pantalón que estaba a punto de doblar y procede a darle un sorbo a su café. Asiente con una sonrisa que aprueba el sabor del mismo y posa su bebida nuevamente en la mesa antes de continuar doblando prendas de ropa.

Llegué hace una hora de la entrevista de trabajo que Josh me consiguió. No tengo ni idea de cuáles son mis posibilidades de obtener un puesto de trabajo en esa empresa; había una fila de más de diez personas esperando a ser entrevistadas y, cuando fue mi turno, el entrevistador no se mostró interesado o impresionado.

Espero conseguir ese trabajo.

—El café está delicioso. —Halaga después de darle otro sorbo.

Son las seis de la tarde y ambos nos encontramos doblando la ropa que ella lavó en la mañana. Las prendas reposan en la mesa del comedor de la casa y nosotros las acomodamos con rapidez para terminar lo antes posible.

—Café sin azúcar y peligrosamente caliente.

—Solo así es bueno.

Niego con mi cabeza. A mí no me gusta el café en lo absoluto.

—¿Qué tal te fue hoy en la universidad? —inquiere desde su lugar.

—Bien. Hemos estado ocupados preparando nuestros proyectos finales.

—Mucha suerte con el proyecto. —Toma varias prendas de ropa y se dirige a su habitación para guardarlas—. ¿Y en el restaurante?

Me tenso de manera instantánea al escuchar su pregunta. No quiero preocuparla contándole que el restaurante está a punto de quebrar y mucho menos que hoy tuve una entrevista de trabajo.

—Me fue muy bien —miento.

—Me hace muy feliz saber eso —dice con voz cantarina—. Hoy prepararé tu comida favorita para cenar.

Una gran sonrisa se apodera de mi rostro.

Me siento muy agradecido por tener una abuela que me quiere tanto.

El color de su vejezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora