23. Solo lo olvidé

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23. Solo lo olvidé.

Linda.

El sonido del timbre anunciando la llegada de mi hija y mi nieto hace que amplie mi sonrisa. La emoción se apodera de mi cuerpo porque, luego de siete meses, estoy a punto de abrazar a Karina y la felicidad no se queda atrás cuando recuerdo que acogeré a Edward en mi hogar por dos semanas.

Hago mi camino lo más rápido que puedo hasta la puerta de entrada para darles la bienvenida. Hace unos minutos preparé algo para que merendemos juntos antes de que Karina se vaya al aeropuerto, espero que podamos ponernos al día mientras comemos.

Al abrir la entrada, lo primero que mis ojos logran captar es el cabello azabache de Edward peinado en forma de cresta seguido de las grandes argollas que cuelgan de sus orejas y un montón de cadenas plateadas rodeando su cuello. Sus labios forman una línea recta, sus cejas están levemente fruncidas acompañando sus ojos verdes que portan una mirada aburrida y cansada.

Sonrío en dirección a mi nieto, quien me ignora conservando su semblante serio.

—Buenas tardes, Gretta. —Dirijo mi mirada a Karina, quien está de pie detrás de su hijo.

Ella lleva el cabello recogido en una coleta alta, sus ojos verdes miran de mí a la casa y una media sonrisa curva sus labios pintados de rojo.

Ella luce cada vez más hermosa.

—Karina. Edward —saludo—. ¿Cómo están? Entren, están en su casa.

—Quisiera quedarme, pero debo estar el aeropuerto en media hora —responde la mujer de cabello negro—. Solo vengo a traerlo.

—Entiendo, no hay problema. —La sonrisa no se ha borrado de mi rostro—. Quisiera conocer a tu novio, ¿viene en ese auto? —inquiero señalando el macan azul frente a mi casa.

—Sí está en el auto, pero no puedo perder el tiempo con presentaciones. —Su expresión se vuelve seria antes de agregar lo siguiente—: Debo irme. Pásenla bien estas semanas.

No espera una respuesta cuando gira sobre sus tobillos y empieza a caminar hasta el auto. Las agujas que calza hacen retumbar el pavimento y su coleta se mueve de derecha a izquierda con cada paso que da.

—¿Por qué no me habías dicho antes que tenías un novio? —pregunto antes de que se suba al auto.

—Solo lo olvidé, Gretta. —Es lo último que dice antes de abordar y marchar.

Solo lo olvidé, Gretta.

El color de su vejezWhere stories live. Discover now