32. Las peores sensaciones.
Linda.
El tercer día del año nuestras pequeñas vacaciones terminan y es momento de encontrarme con mis amigas para ir a vender postres a la plaza.
Guardo todo lo necesario en cuatro bolsas y tomó dos en cada una de mis manos antes de salir de mi casa y caminar hasta la esquina, donde Carmen me espera. Tres cuadras más adelante nos reunimos con Soledad y Doris, teniendo así al grupo completo para proceder a caminar hasta la plaza.
Entablamos una pequeña conversación sobre un tema nada interesante, pero de un momento a otro todas optamos por caminar en silencio. La poca energía que teníamos se agota rápido y el calor nos azota haciéndonos sudar chorros.
De pronto, con cada paso que doy me siento más incómoda. Las bolsas pesan mucho y lastiman mis manos con el simple agarre, siento el sudor deslizarse por mi torso, la blusa se pega a mi espalda provocando una sensación desagradable y la sed hace que la idea de soltar una palabra suene como el infierno.
Necesito parar.
El sonido de los automóviles que pasan a toda velocidad por la avenida se comienza a sentir lejano, como si en lugar de estar a tres metros de distancia estuvieran a miles de kilómetros. Se me comienza a dificultar encontrar la dirección correcta para caminar, lo que me hace tambalear chocando con lo que creo es el brazo de Doris.
Un zumbido se instala en mis oídos reemplazando cualquier otro sonido justo en el momento en que mi visión nublada se vuelve negra.
ESTÁS LEYENDO
El color de su vejez
Short StoryGretta Storn, o mejor dicho Linda Storn, no es una anciana ordinaria. A ella no le gusta llevar su cabello gris gracias al tinte gratuito que le brinda la edad, ella prefiere teñirselo de color morado. Ella jamás se queda tranquila en casa, prefiere...