12

1.7K 289 57
                                    

La alarma lo despertó.

Los rayos naranjas se filtraban a través de sus cortinas casi blancas, bañando la habitación con un tenue amarillo, mostrando pequeñas motas flotantes frente a sus ojos.

Un nuevo amanecer.

Un amanecer diferente.

A su izquierda, arriba, sobre la cama, descansaba una pequeña niña de cabellos negros como el suyo, esparcidos por toda la sábana cubriendo su cuerpo. Verla en paz sustrajeron de lo más recóndito de su mente, recuerdos de Hoseok.

Sí, se juró dejar atrás el pasado, mas ahora tendría que vivir con ello teniendo a su hija a su lado, despertado para verla y ver a través de aquellos ojos avellana, la misma mirada de la persona de la que alguna vez estuvo enamorado... ¿Alguna vez?

Con pesadez, se levantó recogiendo las sábanas sobre el suelo, lavó sus dientes para dirigirse a la cocina y preparar un desayuno para dos.

Dos.

Ya no era más un uno a la deriva. Tendría que pensar multiplicado, hacer duplas de sus acciones para un resultado satisfactorio.

Esa mañana estaba de buenas a pesar del trágico rechazo de su propia hija. Se merecía aquella simple palabra universal para todos "No". Cómo decían todos, recibes lo que das y recordando la forma descarada en que rechazó su sangre el primer día en que conoció a su hija, no estaba tan mal su respuesta. Era lo mínimo que se merecía, después de todo. Ahora solo se enfocaría de redimir sus pecados paternales en acciones de verdadero amor hacia el pedacito de carne que, ahora mismo, entraba a la cocina restregando sus ojos hinchados.

-Buenos días, princesa.

Se alejó de la estufa, donde se cocinaban unos deliciosos hot-cakes.

Se agachó a la altura de la pequeña para abrazarla como si fuese el último día de su vida, besó con ternura su frente para después peinar el cabello alborotado rodeando su rostro confundido.

-Estoy cocinando unos deliciosos hot-cakes ¿Te gustan?

La niña asintió recelosa, sintiendo los brazos fuertes de su padre rodear su cuerpo para sentarla en una de las sillas.

Yoongi le acercó un vaso de leche, previamente calentada, para que bebiera de él.

-En un momento salen. Mientras bebe algo de leche. Aún es temprano para ir al invernadero.

-¿Iremos a Feshia?

Yoongi sonrió ante lo dulce de su pronunción.

-Fresia. Sí. Iremos, aún es miércoles.

Yeri escondió una sonrisa maravillosa bajo sus pequeñas manos.

-¿Te gusta el invernadero?- La pequeña asintió. -¿Ah sí? ¿Cuál tu flor favorita?

-Nomeolvides.

Aquello fue como una bofetada con guante blanco.

Por un momento ambos se quedaron en silencio. Un par de perlas avellana reposando sobre unos marrones oscuros. Ambos con la intensión de una tregua.

Yoongi suspiró para después elevar las esquinas de su boca en alto.

Se acercó a su hija para abrazarla y besar, esta vez, su mejilla en medio de una risa extraña.

-Claro que no te olvidaré, preciosa.

Yeri soltó una carcajada cálida tras sentir los dedos de Yoongi picotear sus costillas con el fin de romper con la pesada capa de tensión sobre ellos. Y funcionó. Padre e hija comenzaron a corretaer por toda la casa, una huyendo de los divertidos dedos clamando por cosquillas y otro persiguiendo la encantadora risa de una niña inocente.

NUESTRA HIJA【YOONSEOK】Where stories live. Discover now