Capítulo 9

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Gracias por sus mensajitos y por hacerme saber como vamos! Los quiero! Hoy tocó capítulo laaaargo... Casi 3000 palabras. No pueden quejarse 😂 Que lo disfruten! Y... Salvo que cambie de opinión, nos vemos el lunes... ❤

—¿No te agota vivir en semejante castillo?

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—¿No te agota vivir en semejante castillo?

Aiden lanzó una carcajada mientras llevaba el cigarro a su boca.

—No... me gusta la intimidad. ¿Existe más intimidad que una casa gigante donde te pierdes y nadie puede encontrarte?

—Eres raro Aiden... A mí, déjame en mi casa, dos habitaciones, cocina y una pequeña sala, rodeada de campo y caballos. Es todo lo que necesito.

—Pues claro, si no tienes ni un perro que te ladre... —Aiden seguía burlándose de Martin que lo miraba frunciendo el ceño.

—¿Y tú?

—¿Yo qué?

—Te casas en dos horas... con la "Marquesa de Lancaster" —dijo con ironía.

—Ya sabes por qué...

—¿Y vale la pena, Aiden? Esa mujercita se ve complicada hasta de lejos...

—¿Lo dices por su pierna?

—Por eso... —Dejó el cigarro a un costado para acomodarse el moño.

—No me afecta... al contrario, creo que para mis intereses me beneficia. Sabes que nadie me invitaría a ninguna de esas reuniones aristocráticas, pero sabiendo que soy el esposo de la "marquesa coja", como suelen llamarla, van a lloverme invitaciones. No te imaginas lo que es el morbo de la gente. "La coja y el asesino" gran entretenimiento asegurado. Y en lo que a ella respecta, le pondré los puntos. Que no se meta conmigo y yo no me meteré con ella... simple. Eso dice el acuerdo y pienso cumplirlo...

—Que extraño lo del otro día... cuando la buscamos.

—Mmm... —guardaron silencio un instante. —¿Qué piensas?

—No sé... la verdad es que me dio, no sé... pena. Por un momento pensé que si no llegábamos, la vieja era capaz de cualquier cosa.

—Tal vez. Callum ya lo había dicho, que no se llevaban muy bien.

—No sé... allí había otra cosa...

—Claro que sí... tú y yo lo sabemos muy bien.

—Mejor olvídalo... pero, ¿y lo otro? —dijo dudando.

—¿Qué cosa? Habla ya Martin, deja de dar tantas vueltas.

—Pues... bueno, tú sabes... —hacía señas con sus manos hacia la entrepierna e inevitablemente Aiden frunció el ceño.

—¿Qué?

—Pues las necesidades de los hombres... tú sabes... por lo del acuerdo.

—Normal... aquí en la casa, en intimidad... ella en su habitación y yo en la mía. Las muchachas pueden venir, o en el club, me da igual. Algo simple... no quiero complicarme.

Corazón en  PenumbrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora