Capítulo 55

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¡Sorpresa! 💕

Aun permanecía recostada en su cama, sus manos húmedas por el llanto descansaban bajo su cabeza y sus ojos estaban fijos en el árbol cercano a su ventana, desde allí veía al mirlo que luego de la lluvia cantaba con su melodía repleta de armonías p...

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Aun permanecía recostada en su cama, sus manos húmedas por el llanto descansaban bajo su cabeza y sus ojos estaban fijos en el árbol cercano a su ventana, desde allí veía al mirlo que luego de la lluvia cantaba con su melodía repleta de armonías preciosas, mientras la hembra movía su pequeña cabeza dentro del nido, supuso que acunando a sus crías o calentando sus huevos. Llevó su mano a su vientre y apretó sus ojos, hasta los animales cuidaban a sus crías, proveían el alimento y les daban cuidados, ella sólo lo apartaba de su padre. Estaba repleta de dudas y temores, pues amaba a ese hombre oscuro y lleno de secretos, mentiras e intenciones claras de venganza, que era el padre de su hijo y aunque quisiera arrancarlo de dentro de sí misma y aseverar que lo había olvidado, desde el día que había atravesado el umbral es que no dejaba de pensarlo y sentirse la más tonta y culpable del mundo, tanto o más  mentirosa que  él.

Tenía sus ropas allí, dinero y una casa, había cumplido con todo y más, pero sentirlo lejos le hacía pensar si realmente algún día lo olvidaría. Su vientre estaba abultado apenas, el malestar cada día se sentía peor y temía que cuando se notara, ya no podría ocultarlo más. Se preguntó qué haría Aiden cuando lo supiera, si acaso sería capaz de oír sus excusas y razones para ocultárselo, si se atrevería acaso a quitárselo, la sola idea la espantó y movió su cabeza de un lado a otro.

Se escucharon voces en la sala y prestó atención al cielo, que para esa hora se estaba poniendo oscuro dando certeza que la hora estaba avanzada. Inspiró profundo y nerviosa, pensando que tal vez Aiden había ido a verla, a llevar algo que hubiera olvidado o simplemente a decirle alguna palabra más que abriera la puerta a cambiar su parecer, pero la llamada de Freya terminó con sus divagues y se apuró abrir.

—Mi señora... es el señor Hawthorne. —dijo nerviosa mientras Elena movía su cabeza de lado a lado.

—Por Dios... ¿cómo me ha encontrado? —susurró alterada.

—Mi señora no lo sé... pero no se preocupe, hablaré con Daniel para que esté pendiente... por favor, esté tranquila. No está sola. —apretó su mano impaciente y Elena asintió.

Caminó despacio hacia la sala y encontró a William de pie junto al ventanal, con su sombrero en sus manos, las cuales reposaban en su espalda.

Se detuvo un instante contemplándolo ya que él no se había percatado de su llegada. Su presencia la impacientaba, la perturbaba y por momentos temió las razones de su visita, sobretodo por la manera en que se había ido. Inspiró tomando valor y carraspeó para llamar su atención, algo que sucedió de inmediato. William se volvió hacia ella y la miró atentamente, su rostro no expresaba más que tensión y reproches, y sus ojos parecían dagas afiladas, amenazantes y peligrosas.

—Elena... —susurró y de un instante a otro su rostro demudó a una sonrisa comprensiva que la impacientó aun más. Avanzó hacia ella unos pasos y convenció a sus piernas de que se mantuvieran en el lugar, estaba segura que Daniel observaba desde algún lugar.

Corazón en  PenumbrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora