Capítulo 32

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Remojaba el paño en el agua y repasaba su sudor y su cuello, Elena aún permanecía con sus ojos cerrados y por momentos apretaba su frente y sollozaba. Aiden deseaba escurrirse en sus pensamientos y calmar sus sueños tormentosos, aliviar sus pensamientos, decirle que estaba a salvo, que sus dolores menguarían y él se encargaría de que quienes la dañaron pagaran por sus culpas.

Aquella noche repleta de angustias y preocupaciones por su fiebre que no daba tregua, caminaba de un lado a otro mirando el suelo, temiendo lo peor y rogando a Dios que lo escuchara.

Freya golpeó la puerta y dejó la bandeja con los preparados del médico.

—Señor, debemos darle esto a beber.

—Muy bien, yo voy a levantarla un poco, coloque las almohadas para que no esté tan recostada e intentemos.

Así lo hicieron, pero el preparado se volcaba por los costados de su boca.

—¿Quiere descansar?

—No.

—¿Necesita que me quede un momento?

—No. Sólo... pida a Dios por ella... sólo eso. —Freya asintió mientras secaba sus lágrimas y salía de la habitación.

Agobiado por intentos vanos en que bebiera al menos un sorbo del preparado, miró alrededor y decidido giró su cuerpo sobre la cama, se colocó encima de ella sosteniendo su cuello e inclinándolo levemente hacia atrás, vertió en su boca un pequeño sorbo que al principio se volcó en el suelo, volvió a intentarlo y notó que tragaba al menos un poco, volvió a insistir y mientras la sostenía con sus manos, levantó la mirada a sus ojos que se entornaron levemente. Sintió claramente su mirada en la suya y vio a Elena esbozar una débil sonrisa que acalló sus pensamientos tormentosos y su corazón desbaratado.

 Sintió claramente su mirada en la suya y vio a Elena esbozar una débil sonrisa que acalló sus pensamientos tormentosos y su corazón desbaratado

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—Mi amor... —le susurró emocionado al ver su expresión, y sus labios se estiraron de igual manera, pero de inmediato ella volvió a cerrar sus ojos. —Elena... Elena... solo quiero que sepas que estoy aquí, no estás sola —murmuró suavemente a su oído mientras la abrazaba tiernamente.

Se recostó a su lado muy cerca mientras sus cabellos sueltos rozaban su rostro, sus ojos se entornaron y durmió.

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Corazón en  PenumbrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora