6. Superwoman

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Alba estaba a punto de alcanzar el sueño profundo cuando oyó cómo unos sigilosos pies caminaban por su habitación. El sonido cesó, dejando paso al gruñido del colchón, volcándose hacia el lado contrario en el que dormía. Notó una presencia detrás de ella, y alguien haciendo presión en su piel. Parecían besos. La chica despertó de golpe, girándose y agarrando con fuerza las muñecas de su inquilina sorpresa contra el colchón. Pisó sus muslos con las rodillas para evitar cualquier huida, y respiró aterrada.

—¡Natalia! —gritó al darse cuenta de quién se trataba. Iba a soltarla, aflojando la fuerza con que enterraba sus manos en la cama, pero se lo pensó mejor y la mantuvo sujeta—. ¿Qué coño haces, tía?

—Salió cara—contestó, sobresaltada. Había conseguido ponerla nerviosa. Alba no entendió nada, pero cuando su respiración se relajó, dio paso a una sonrisa. Será imbécil.

—Mira que venir a robarle a una ladrona... —se burló. Natalia se mordió el labio, olvidando la herida abierta que aún la mataba en cada movimiento. Alba seguía siendo completamente irresistible desde abajo.

—Supongo que no tengo remedio—se excusó la morena, que empezaba a sentir dolor en las muñecas aprisionadas por unas manos pequeñas pero ágiles. Se quejó con una mueca, y la rubia lo captó, soltándola. Deslizó en caricias sus dedos hasta entrelazarlos con los de su intrusa bajo la almohada, y dejó un beso apasionado en su boca que hizo que ambas temblaran. Cuando la rubia se separó, Nat levantó su cuerpo en un impulso para morderle el labio inferior y tirar de él. Alba se excitó, volviendo a aquellos labios empapados de su propia saliva y se volvió completamente loca. Sus manos jugaron por el contorno de la morena, quien la volteó para dejarla bajo su largo cuerpo. Dieron dos vueltas más, hasta volver a la posición inicial. No se molestaron en tomar aire, respirar estaba sobrevalorado.

Sin separar sus bocas, comenzaron a desnudarse frenéticamente. Quedaron de rodillas, en ropa interior. Natalia la lanzó, tumbándola de un golpe, con la cabeza en el lado opuesto de la almohada. Besó su pecho hasta llegar a las bragas, y rio al ver que en ese fondo azul se dibujaba un despintado signo de superwoman. Alba ni se dio cuenta, nublada por la necesidad de sentir completamente a esa mujer que tan desquiciada la hacía parecer. Terminaron de desvestirse la una a la otra para enredarse en una lucha por alcanzar el poder. Se arañaban la piel, se probaban mutuamente, dejando restos de mordidas y regueros de saliva por sus cuerpos acalorados.

La rubia estaba fuera de sí cuando Natalia mordía peligrosamente los muslos tensados de la chica. Arañó su pelo, empujándola hacia dónde quería. La navarra se sumergió de lleno sin ningún tipo de vacile, cumpliendo sus deseos. Alargó sus manos hasta su cintura, atrapándola con fuerza para atraerla más a su boca. Los gritos desesperados de su amante la hacían actuar con más determinación, acelerando su lengua descontrolada. Alba se deshizo tras un grito seco y un golpe a la pared. Natalia tiritaba de deseo. Subió hasta su boca, y ella la correspondió mientras jadeaba. La chica agarró su trasero masajeándolo libremente, indicándole que estaba lista para devolverle las sensaciones que le había provocado. La giró hasta atraparla bajo su cuerpo, abriéndole las piernas con las suyas y dejando que la lengua jugara con sus pechos. La morena sintió cómo un calor le quemaba la piel, aumentando sus pulsaciones y el sudor que la hacía parecer brillante.

Alba consiguió hacer chillar a su presa antes de que hiciera nada. Estaba a punto de caramelo tras las caricias sensuales y los besos que había esparcido al azar por todas las zonas de su cuerpo. Sonreía por dentro pensando sus siguientes movimientos. Puso a Natalia de rodillas delante suya, y la abrazó con firmeza, pegando sus pieles por completo. Luego marcó su cuello con su boca, mientras deslizaba sus manos peligrosamente hacia el fin de su vientre. La morena contuvo la respiración, acariciando los brazos que habían tomado un destino fijo. Alba entrelazó su mano izquierda con la de la morena a la vez que empujaba su muslo para hacerse camino con la derecha. Alcanzó a tocarle su parte más sensible, que estaba tan hinchada como mojada. La chica sonrió ante el impulso de Natalia cuando la rozó con un solo dedo. Pues no sabes lo que te espera.

Manos Arriba -  (1001 Cuentos de Albalia)Where stories live. Discover now