24. Su miedo

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—Han follao'.

—María, tía—le dio un codazo Julia.

—Es que menudas caras de... pf—suspiró, dando un salto para bajar de la mesa donde la hacker ultimaba los detalles de la página web.

—Buenas—saludó Alba, sentándose junto a Miki en el suelo. El matemático andaba haciendo sus cálculos, como siempre. Natalia, por su parte, le dedicó media sonrisa a María para darle la razón a su comentario. La chica le devolvió el gesto, corriendo a su lado sin ningún disimulo.

—Ya me ha dicho Julia que te encontraste una sorpresilla en la moto, eh—le susurró al oído. La morena rodó los ojos, luchando contra la comisura derecha de su boca—. Ya era hora, tía. Dos días más con vuestro moñeo y vacío las balas de mi pipa en vuestra cabeza.

—Burra...

La verdadera misión estaba a punto de despegar, cambiando radicalmente la dinámica de trabajo. Los robos en los que se habían centrado ya eran historia. Solo eran la primera parte del plan, una manera de conseguir fondos para llevar a cabo el elaborado plan de Manu. Un gran paso para la banda, que estaba eufórica al ver que al fin avanzaban después de tantas vueltas y enredos.

—Alba Reche, contigo quería yo hablar. Vas a ser clave en esta nueva fase en la que entramos—anunció el jefe, apoyando sus dedos sobre la mesa en la que trabajaba Julia. Los integrantes del grupo la rodearon para escuchar el mensaje, dejando a un lado sus tareas—. Estaremos todos de acuerdo en que es la más indicada para atraer clientes a nuestro banco fantasma—se dirigió al grupo, terminando el recorrido visual en la joven, que escuchaba con especial atención—. Eres magnética. Convencerás a esos políticos para blanquear dinero en nuestro paraíso fiscal—sonrió ligeramente, entusiasmado por sus propias palabras—. Tengo una lista de corruptos potenciales. Hijos de puta que tienen algunos antecedentes en esto de robarle al país que tanto... en fin. Hipócritas.

—¿Y cómo nos acercamos? —se interesó Alba, tensándose de inmediato. Sabía que Manu les guardaba rencor. Que aún estaba resentido con ellas. No era para menos. Ese nuevo voto de confianza debía aprovecharlo, demostrando que su estancia en la banda era importante y que estaba igual de implicada que el resto. Y por supuesto, cuán valiosa era.

—Con esto de las nuevas elecciones hay mítines cada semana. Te infiltrarás y les harás la oferta—informó, haciendo que todos asintieran conformes—. Este viernes tendremos el primero. Tendrás toda la semana para prepararte. Además de lo que vayas a decirle... ropita. Tienes que dar buena imagen—explicó, mirando de repente a Natalia, señalándolas a ambas con el dedo índice—. ¿Ya os habéis arreglado? —preguntó, haciendo que los atracadores se miraran divertidos entre ellos—. Oye, que no es por ser cotilla. Yo no soy como vosotros—se defendió. Aunque ninguno borró su sonrisa burlona—. Es para que trabajéis las dos juntas.

—Ah, claro—aceptó inmediatamente la morena, que pensaba igual que Alba. Tenían la oportunidad perfecta para arreglar su incómoda situación en la banda. Aunque la verdad, los últimos asaltos habían sido bastante limpios y ejemplares. Seguramente por eso Manu había vuelto a confiar en ellas. O eso parecía.

—Solo tienes que llevarla, esperar mientras vigilas la zona, y traerla de vuelta—comentó, recibiendo el asentimiento constante de Natalia—. No me falléis esta vez—sonrió sarcásticamente. Ellas torcieron el gesto, pero aceptaron el dardo envenenado.

—Nos la jugamos—murmuró María. Manu la fulminó con la mirada. ¿Cómo se le ocurría juzgar sus decisiones?

—Han currado mucho últimamente. Se merecen un voto de confianza—opinó Julia, guiñando el ojo a las chicas.

Manos Arriba -  (1001 Cuentos de Albalia)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora