30. La escapada

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Una sensación constante de besos en la piel me disuade del sueño.

A primer golpe de vista me encuentro con unos bonitos ojos miel y unos labios carnosos sonrientes, Dylan se separa un poco de mi para brindarme un poco más de comodidad. Ambos estamos acurrucados en la cama del cuarto de Dylan.

La noche fue de todo excepto aburrida, después de alejar los malos pensamientos sobre el percance entre Dylan, Zed y su amigo , bailamos y bebimos unos cuantos cubatas de más.
Perdí de vista a Esther en toda la noche pero tengo el presentimiento de que ella se encuentra con alguien en la misma situación que yo y se lo pasó igual que yo...

- Nena, ¿ Sabes lo mucho que te quiero?- Dylan estaba bailando pegado a mi.
Asentí mientras me dejaba llevar por el momento haciendo que nuestros cuerpos ejercieran una fricción un poco subida de tono.

- Lo necesito- susurré en su oído al mismo tiempo que mordía el lóbulo de su oreja izquierda.
Metí la mano por el interior de su camisa y subí lentamente la mano por su abdomen hasta llegar a su firme pectoral.

Arañe sensualmente su torso mientras le dejaba cálidos besos por la mandíbula.

- ¿Que necesitas de mi, nena? - Dijo él.

Sabía que se estaba haciendo de rogar pero el alcohol potenciaba mi valentía y mis ganas de echar un buen polvo.

- Todo.

Nada más decir eso, me pasó las manos por debajo de las nalgas y me aúpo estratégicamente para que pudiese enroscar mis piernas alrededor de su cuerpo.

Con facilidad me llevó a su cuarto y de un golpe cerró la puerta echando el cierre de seguridad, se dirigió a la cama y me dejó encima de ella con cuidado.

Se colocó a horcajadas sobre mi y empezó a desvestirme lentamente, sus labios succionaban cada parte de mi cuerpo. Cuando me di cuenta me encontraba solo con el tanga.
Sus manos aferraron mis pechos y trazaron círculos en los pezones con las yemas de sus dedos, un gemido ahogado se me escapó cuando empezó a bajar lentamente dando besos por el abdomen hasta llegar a mi zona íntima.

Deslizó a un lado el tanga e introdujo dos dedos mientras me estimulaba con el pulgar en el clitoris, arquee la espalda cuando arrasó el orgasmo y lo vi lamerse los dedos mientras me miraba fijamente.

- ¿Te gusta verme haciendo cosas guarras, diciéndote lo cachondo que me pones?. - Asentí y gemí cuando introdujo su pene en mi vagina.

Sin darme tregua empezó a darme estocadas tan intensas, que hacían que gimiese su nombre una y otra vez....

- Buenos días, nena- Dijo sacándome de mis pensamientos.
Mis párpados vaguearon cuando les ordené en medio de la tenue luz, que se mantuviesen abiertos.

- ¿Que hora es?- dije mientras le acariciaba con una mano el pelo.
Mi pregunta pareció sacarle una sonrisa.

Se levantó de la cama de manera apaciguada haciendo que pueda admirar su cuerpo como Dios lo trajo al mundo.

Que bueno que está

- Hora de que te vistas y leas la carta que he dejado sobre la mesita de noche antes de bajar.

¿Que está tramando?
Mi corazón comenzó a latir frenéticamente cuando salió de la habitación dejándome intimidad para que me diese una pequeña ducha y me arreglara.

Al salir del baño, me di cuenta de que tenía el pequeño macuto que tenía Esther en el coche con mi ropa para ir a la fiesta de la playa, enfrente de la mesita de noche. Me vestí con un corto vestido de color ámbar y unas sandalias blancas.

Cuando ya estaba lista cogí mis pertenencias y antes de salir por la puerta tomé la cartita y la abrí.

Feliz cumpleaños por adelantado, cuando salgas dirígete a la cocina y abre la carta que hay al lado de la bandeja del desayuno.
Te amo,
Dylan.

Excitada, bajo frenéticamente por las escaleras para dirigirme hacia la cocina, aminoró un poco el paso cuando entro y me encuentro con Esther.

Ella viene hacia mi con una sonrisa enorme en la cara y en sus manos porta una bonita bandeja repleta de chocolate, fresas y una cartita en un sobre.

Esther deja la bandeja sobre la mesa de la inmensa cocina.

- Feliz cumpleaños- me dice.
Me abalanzó para rodearla con mis brazos y decirle lo agradecida que estoy, aunque no sepa muy bien que es todo esto.

- Abre la carta y no te preocupes por tu madre, lo tengo todo controlado- asiento y me da un beso en la mejilla cuando se separa de mi- Me voy, disfruta.

Al desvanecerse de la habitación me apresuro en coger la nueva y abrirla para poder leerla.

Cuando termines el desayuno dirígete a la puerta principal y espera a que venga un coche blanco.
Te quiero, Dylan.

Apenas pruebo bocado alguno para dirigirme rápidamente a la entrada de la casa.
El sol me da de golpe en la cara, aunque puedo sentir el ulular del viento matutino.

Al cabo de un minuto aparece un Audi R8 blanco, el rugido del motor hace que mi presión sanguínea aumente y ponga mis nervios más enloquecidos aún.

Me dirijo hacia el coche cuando la ventanilla del copiloto se baja y una mano me hace señas para que suba.
Pongo un pie dentro y nada más sentarme me encuentro con un Dylan resplandeciente.

- Feliz cumpleaños, cariño- dice y conforme sus palabras salen de su boca me acerco hacia él para acortar la distancia de nuestros labios.

Dylan corresponde mi beso deliciosamente y me embriago de sus sensaciones.
Contra todas mis fuerzas me separo un poco y me dispongo ha hacer una pregunta que me lleva aturdiendo desde que he leído la primera carta.

- ¿A dónde vamos?- Digo y el me sonríe pícaramente.

- ¿Confías en mi?- me pregunta Dylan mirándome fijamente a los ojos.

- Claro que si.- Dijo sin dudar.

Al sonreírme mis ojos echan un vistazo a su atuendo, esta para comérselo.
Lleva unos pantalones negros y una camiseta blanca que se ciñe a sus marcado abdominales.

- Pues solo déjate llevar.

Déjate llevarWhere stories live. Discover now