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Fue ese primer abrazo, esa envoltura en pañales,
ese susurro tranquilo,
la primera canción de mi padre,
el primer beso de mi madre,
y la mirada constante, asombrada,
de mis hermanos.

Un nacimiento sin ambiciones,
natalicio de futuras vivencias en relámpago.

Abrazo sin sombras,
abrazo que día en día busco, de nuevo,
que procuro y anhelo con fiebres,
y suspiros de ensoñación,
un abrazo que detenga los planes del tiempo
y haga una fisura en lo acostumbrado.
Un abrazo que pronuncie el nombre de todo lo hermoso ya perdido.

Que abrace mi cuerpo flagelado
y con la palma de las manos diga
un arrullo que me calme
y me envuelva en su lazo.

•••N/A•••
Gracias a aquellos que han llegado hasta aquí. Ya llevamos sesenta partes.

Aquestas plumas de otoño ©Where stories live. Discover now