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Y de lo recorrido
queda un aprendizaje,
moraleja de generaciones,
de una era con tanto por brindar:
No hay silencio
que no comparta lo que guarda.
La manera poco importa
cuando la hora se vuelve urgente.
Protocolos ni mesuras si la copa
de magmas y furor llena se vierte.

No me escondo.
Ni tu noche lo hace.
No sabe.
Habrán siempre estos ojos
para mirarte
entre corazas,
para localizar las minas,
las trampas, altares y dioyes.

No voy a mentirte,
estos ojos mirarán en cada urna,
para vivirte.
Para doler donde deba,
y al fin sanarte.

•••
¡Ochenta partes del poema ya! Wow. Ha sido una experiencia tremenda.

Aquestas plumas de otoño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora