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Escríbame la lomnura de lo digno
en los lomos, los muslos, en la razón.
Diríjame a buen designio,
a un olvido superior,
a una resignación del destino
do mi albedrío converja
en virtud de resolución.
Y que este canto un día,
cercano acaso,
pueda ser oído, abrazado,
por un alguien allén
añorado por mí.
Un alguien desposeído
que canta a la luna y espera.
¿Qué espera? Su expiación.
Sugiérame el infinito otra señal,
otro soplo de aliento,
otra pizca de voluntad a ti también
que en temores estás.

Yo te entiendo.
Es lo que me queda.
Lo único que sé.

Aquestas plumas de otoño ©Where stories live. Discover now