Capítulo 1

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-Alteza, ¿Le gustaría que pospongamos la junta de las tres de la tarde?

-No, adelántala al medio día, no planeo estar en el té con mi hermano.

Mis pasos resonaban por el pasillo.

-Ha cancelado tres veces el té, con el príncipe heredero.

-Es mi hermano Leticia, entiéndelo, es mi hermano. Y no me importa su puesto, he dicho que se cancela. ¿Dónde está mi caballo?

-¿La reunión de las cinco entonces la paso a las tres de la tarde? – Leticia me seguía los pasos como podía.

-Si se puede sí. ¿Qué horas tengo libre?

Hojeo su libreta.

-A partir de las siete de la tarde alteza a menos que se presente un imprevisto.

-Prefiero que no haya imprevistos.

Me senté en una barra que estaban afuera del establo para ponerme las botas de montar, el casto y el equipo adecuado. La mucama Carla era ahora la encargada de mis caprichos inesperados, mientras que Leticia aguantaba mis malos humores desde el día en donde todo lo que construí se vino abajo.

-¿Ya está preparada Lady?

-En un momento se la traen alteza.

En menos de un minuto mi caballo favorito o bueno el que me regalo la abuela desde que llegué lo vi asomarse por el establo, Pablo el encargado la traía consigo, mi chica era tan fuerte como yo, siempre estaba disponible a la hora que quisiera dar un paseo por los jardines y corría grandes distancias.

-Esta es mi chica.

Un rechinido recibí de su parte.

-Si ya es todo Leticia, nos vemos en dos horas. Carla.

Sin decir más, Sali a todo galope montada en Lady, el caballo pura sangre ingles negro. Mi fiel compañera de estos cinco meses, la chica que sabía mis dolores y mis alegrías, si pudiera hablar rápidamente describiría todos mis pecados.

Recorrimos ese pequeño bosque se encuentra dentro del palacio por largos minutos, corriendo a todo galope, como si estuviéramos en un concurso y el primer lugar no fuera lo único a que aspiráramos. El correr para ambas lo es todo, el viento en la cara es la satisfacción más grande de que todo puede estar bien, aunque sea por un momento.

Nos detuvimos en el árbol de siempre, donde nadie pudiese vernos y el árbol que guardaba nuestros secretos. Me recosté en le tronco, Lady posó la cabeza en mis piernas, pobre de Siller, si nos mirase tendría demasiados celos de Lady y apostaría a que la odiaría.

Inspiré el aire puro a mi alrededor, la paz de este lugar era mi paz. No podía estar más feliz que aquí. Mi mar de lágrimas sí aquí es donde me desahogo cada vez que no puedo más, cada vez que los recuerdos me topan y cada vez que sus malditos ojos azules me persiguen.

Cierro los ojos para tranquilizarme y de la nada un sueño profundo me sumerge. Los minutos pasan, hasta que Lady me despierta con un resoplido, parece que alguien si cuida de mí y sabe exactamente cuando debemos regresar. Muy buena chica. Le acaricio la sedosa melena y ambas nos ponemos de pie.

-¿Sabes que eres mi chica preferida verdad? – Le susurro antes de montarme y regresar a mi dura realidad.

Con pasos cortos regresamos a la entrada del palacio. Al pasar veo a David pasar a mi lado, si era claro que iba en mi búsqueda, pero lastima, voy de regreso al palacio.

-¡Eva! – Grita y se detiene en medio del pasto.

Lady y yo aceleramos el paso. No estoy de ánimos para verlo y mucho menos para hablar, él lo sabe, sabe que hizo mal, sabe que ahora mismo no lo considero mi hermano y que lo pasaré por alto.

Reglas del juego.Where stories live. Discover now