Capitulo 6

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-Señor.... Diamond... no. – Me separé, él unió nuestras frentes. Nuestra respiración era entrecortada.

-Charlotte, en verdad lo siento, lo siento tanto cariño, siento tanto que lloraras por mí. Perdón por no ser lo suficiente para ti. Perdona pequeña. – Sus ojos comenzaban a cristalizarse y mi corazón se hizo pequeño.

-Tenemos que hablarlo.

-Estoy dispuesto cielo. Estoy dispuesto a recuperarte si me dejas. – Me tomó del brazo y me encaminó al comedor.

-James... señor Diamond. – Me corregí. – No aquí. Este es tu lugar y tendrás más ventaja. No quiero que el dolor nos nuble a ambos. Necesito pensar con claridad.

-Espérame un segundo, iré a cambiarme y bajamos al restaurante.

-Preferiría un lugar sin mucha gente.

-Tengo el sitio adecuado, regreso pronto.

Mientras yo me había quedado de pie en la estancia, me di tiempo para reflexionar a cerca de que es lo que le diría "James te amo y estoy dispuesta a perdonarte" no, claro que no. No podía aventarme a sus brazos como si nada hubiese pasado, no podía arriesgarme de nuevo a que me rompieran el corazón. En un santiamén regresó cambiado con jeans, camisa azul cielo, un chaleco de lana azul marino y un saco sport color negro. Un abrigo color marrón oscuro que le llegaban a las pantorrillas y sus zapatos marrones pulcramente limpios como siempre. Le daban el toque que recordaba, mi excelente profesor.

-Pensaba que pasaríamos desapercibidos.

-Hace un frío horrible afuera. Toma. – Abrió una chamarra de invierno. Sin rechistar me la puse porque en realidad mi sudadera no ayudaba mucho. Su roce con mi piel me puso de gallina. Rápidamente me distancié. - ¿Vamos? - Asentí y me puse la capucha de la sudadera. – Tranquila nadie ocupa este elevador. – Entrelazó nuestros dedos y llamó al ascensor.

Al entrar y bajar por el ascensor se me hizo la espera muy larga para llegar al estacionamiento. Gracias al cielo que no volvimos a pasar en la recepción, sino Giselle la de pechos grandes mostraría de más los pechos y me mataría con la mirada. El contacto de nuestras manos juntas me causaba conflicto, durante todo el tiempo que estuvimos juntos en Canadá, solo manteníamos contacto físico en el sexo, pero nunca nos comportábamos como lo hacen los novios.

-Esto también es nuevo para mí. – Lo escuché decir.

-No creo que sea necesario.

-Me he prometido que nunca te dejaría escapar.

-No hagamos promesas falsas. La iglesia los odia.

-No es falsa Charlotte, estoy dispuesto a volver a ganarte, no me importa si tenga que arrastrarme por el mundo hasta que tú de nuevo me aceptes.

-¿Qué pasa si yo no quiero volver?

Se quedo petrificado y el elevador abrió sus puertas en nuestro destino. Aún con las manos entrelazadas y sin respuesta de su parte avanzamos en busca de su automóvil. Nos detuvimos ante un Audi A8L negro.

-¿Esto es tuyo?

Abrió la puerta del copiloto solo con pegar su celular a la palanca de la puerta. Y me subió como todo un caballero. Algo muy nuevo de él. Me abrochó el cinturón de seguridad y al verme que no me iba a mover cerró la puerta y rodeo el auto para tomar su lugar delante del volante.

Con rugido tuene puso en marcha el automóvil y marcó en la pantalla del tablero, nuestro destino. Leí "Opportunitá" vaya, que lugar tan adecuado para nuestra situación. Por las bocinas del auto pude escuchar los acordes de una hermosa melodía, la mujer comenzó a cantar despacio y si mal no me confundía era en español.

Reglas del juego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora