Capitulo 4

8.2K 429 176
                                    

-Alteza, ¿Por qué aún no está lista para la gala?

-Faltan dos horas. Leticia.

-Alteza, todavía falta el peinado y los zapatos. ¿Podríamos comenzar desde ahora?

-Recuerda que tenemos una reunión dentro de media hora.

-La he cancelado.

-¿Has hecho que cosa?

-Su majestad me ha pedido cancelar todas las citas de hoy, dijo que hoy era un día muy importante.

-Entonces en media hora me pondré en marcha a mi habitación, estoy disfrutando de un agradable libro.

Me ajusté las gafas e hice caso omiso de su presencia.

-Alteza, no me pienso mover de aquí hasta que usted vaya a su dormitorio a prepararse.

-Toma asiento entonces.

-¿Todavía no estas listas Eva? – El menos indicado apareció por la puerta.

-¿Tú que haces aquí? – Miré a Nicolas detrás de las gafas.

-La abuela pidió que estuviéramos todos en el palacio muy temprano.

-¿Mis tíos ya han llegado?

-No, solo yo, pensaba tomar unos tragos antes de aguantar la chorada de esta noche, así que dije, ¿Es posible que mi adorada prima me quiera acompañar?

-No es posible, al parecer hoy me he levantado con la agenda hecha.

-¿Qué ha ocurrido?

-Su alteza se niega a estar lista para la cena.

-Eso podemos arreglarlo.

Con dos pasos Nicolas se encontraba de pie ante mí y sus brazos hicieron un movimiento rápido que apenas pude darme cuenta de que me estaba cargando como un costal de plumas sobre el hombro. Con pasos decididos y largos llegamos a mi habitación, donde sutilmente me bajo y espero a que lo golpeara en las pelotas.

-La abuela me ha enviado por ayuda. – Me susurró en el oído. – No te preocupes. – Lo miré con mala cara. – Te veo abajo Eva.

Me beso la coronilla y desapareció de mi vista. Inhalé profundamente y exhalé, por primera vez me di cuenta de todo lo que me rodeaba en mi habitación. Mi maquillista se encontraba con todo su equipo de peinado de pie esperándome al igual que mi vestido estaba puesto en un maniquí y se mostraba en todo su esplendor. Los tacones y accesorios estaban bien puestos sobre mi mesita de té. Y todo parecía estar especialmente acomodado para poner manos a la obra sobre mí.

-¿Qué hacen todos aquí? No es mi cumpleaños precisamente.

-Tenemos mucho trabajo que hacer alteza. – Marco se acercó. – Y lo mejor ahora mismo es que usted se tome una ducha.

Los miré extrañada a todos, no era la primera cena de gala a la que asistía y todos me miraban como si yo fuera la anfitriona. Algo pasaba y todos lo sabían menos yo.

-Bien, me pondré manos a la obra. Pero por favor díganme que pasa, todos están muy sospechosos.

-No pasa nada alteza. – Leticia me anunció desde la puerta de mi baño. – El agua está a la temperatura perfecta es momento de que se dé una buena ducha.

Sin quitarles la vista a todos no me quedo de otra más que aceptar las órdenes y me metí al baño a darme una ducha. Tomé mi tiempo para relajarme y pensar que nada raro sucedía afuera. Envolví mi cuerpo en mi bata de baño y el cabello lo enrollé en una toalla corta. Salí al bullicio de mi habitación y rápidamente Marco se hizo conmigo.

Reglas del juego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora