«Capítulo 1»

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En la medianoche, llegó la tormenta.

Los nubarrones se deslizaron a través del cielo tapando las estrellas. El acelerado viento enfriaba a Jeonghan mientras un par de pelos de su negro cabello flotaban a través de su frente. Se puso la capucha y metió la mochila mensajera debajo de sí.

A pesar de la tormenta que se avecinaba, los terrenos de Septendécim seguían sin estar completamente oscuros. Solo lo conseguiría si se encontraba con total oscuridad. Los profesores del Internado podían ver en la noche y escuchar a través del viento. Todos los vampiros podían y claro, en Septendécim, los profesores no eran los únicos vampiros. Cuando comenzase el curso dentro de un par de días, los estudiantes llegarían. La mayor parte de ellos igual de poderosos, ancianos e inmortales que los profesores. Jeonghan no era ni poderoso ni anciano, pero era un vampiro, en cierto modo. Era hijo de vampiros destinado a llegar a ser uno de ellos finalmente, aunque con su propio apetito de sangre.

Antes se deslizaba delante de los profesores confiando en sus poderes para ayudarse, pero esa noche estaba pendiente de la oscuridad. Quería que cubriese lo máximo posible, tal vez porque estaba nervioso. Después de todo, era su primer robo.

La palabra «robo» hacía que sonara bastante ordinario, como si solo fuese a irrumpir en el establo de la señora Ha y saquear el lugar buscando dinero o joyas o algo, pero él tenía razones más importantes.

Las gotas de lluvia empezaron a golpetear mientras el cielo se oscurecía a lo lejos. Corrió a través de los terrenos echando un par de miradas hacia las torres de piedra. Mientras se deslizaba a través del resbaladizo y mojado césped hasta el tejado del establo de la rectora, sintió el enfermizo punto de vacilación.

«¿En serio vas a irrumpir en su casa? ¿Irrumpir en la casa de alguien?»

Era bastante surrealista.

Alcanzó el interior de su mochila y sacó la tarjeta de la Biblioteca plastificada para otro uso que el de sacar libros, pero ya estaba decidido. Lo haría. La señora Ha dejaba la escuela tal vez tres noches al año, lo que significa que esta noche era su oportunidad. Deslizó la tarjeta entre la puerta y el marco y empezó a hacer palanca a la cerradura. Cinco minutos más tarde, seguía meneando la tarjeta en vano. Sus manos ahora estaban frías y húmedas. En la tele, aquella parte parecía muy sencilla y probablemente, criminales reales lo conseguirían en unos escasos diez segundos pero de cualquier forma, cada segundo que pasaba era más evidente que Jeonghan era lo todo lo contrario a un criminal.

Rindiéndose al plan A, empezó a buscar otra opción. Primero, las ventanas no parecían mucho más prometedoras que la puerta. Seguramente, podría haber roto el cristal y abrir cualquiera de ellas al instante, pero eso hubiese echado a perder la parte «que no te atrapen» de su plan. Al doblar la esquina, vio bajo su sorpresa que la señora Ha se había dejado una ventana abierta, aunque fuera solo una rendija, pero era todo lo que necesitaba. Mientras deslizaba la ventana hacia arriba lentamente, vio una hilera de violetas en pequeños tiestos de arcilla, situados sobre el alféizar. La señora Ha los dejó en el lugar para que pudieran tener aire fresco y quizá un poco de lluvia. Era raro pensar que la rectora se ocupaba de algo vivo. Cuidadosamente, Jeonghan apartó los tiestos a un lado de manera que tuviera espacio para subir a través de la ventana.

Las ventanas de la señora Ha estaban bastante arriba del suelo, lo que significaba que para empezar tenía que, en cierto modo, saltar. Jadeando, empezó a introducirse, era difícil no caer plano al suelo de dentro. Intentó bajar primero con un pie, pero cayó de la ventana precipitadamente y no podía volver a medio camino. Uno de sus zapatos embarrados pegó un fuerte golpe a la ventana, pero el cristal no se rompió. Se controló para bajar y se dejó caer sobre el suelo.

Crescent Moon ➳ SeventeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora