«Capítulo 5»

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El auto iba a alta velocidad por el centro de la plaza. Jeonghan creía que a aquellas horas las calles iban estar muy desiertas, pero lo que no había considerado era que el centro no se dormía a la medianoche. Los jóvenes que caminaban a su alrededor apenas habían empezado a divertirse.

Sus caras y cuerpos eran más maduros que los de los estudiantes de Septendécim, y era extraño pensar que ya habían vivido más de lo que Jisoo nunca había hecho, aunque en él se podía sentir la experiencia, cultura mundial y poder que emanaba, así como todos sus compañeros de clase. Sus caras eran jóvenes, pero sus siglos se mostraban en sus ojos. Comparados con ellos, los fumadores que lo rodeaban eran sólo niños. Sin embargo, no se pudo preocupar mucho por eso porque estaba feliz, a pesar de las mentiras que había dicho, las reglas que rompió o las consecuencias que podrían haber por ello. Todo lo que le importaba era que estaba a punto de ver a Seungcheol otra vez.

—Disculpa —una niña se cruzó en el camino. Su lacio cabello color miel se balanceaba suavemente—. ¿Puedo caminar contigo?

Jeonghan estuvo a punto de decirle que lo había confundido con alguien más, pero cuando sus ojos se encontraron, todo se redujo a una sola palabra: Vampiro.

No era que se viera diferente de la gente que rodeaba al castaño, pero ella se detuvo en frente de su camino tan brillante como una antorcha. Había sabido discernir vampiros y humanos, pero incluso para ser un vampiro, esta chica era diferente. Era el vampiro de apariencia más joven que el castaño jamás había visto. Su cara con forma de corazón todavía presentaba la forma redonda de los bebés que había visto en fotos y en niños, y tenía unos ojos marrones muy brillantes y grandes. En un costado del cuello, cerca de la yugular, tenía una marca de nacimiento, y ese era, probablemente, el lugar donde la habían mordido. El chico sintió inmediatamente un instinto protector, como si fuera su trabajo cuidar de ella.

—¡Espera! Hay algo en ti que... Eres una bebé. Una de nuestros bebés, quiero decir.

La pequeña se sorprendió. La mayoría de los vampiros nunca conocían a alguien como ella, es decir, una nacida en vez de transformada.

—Sí, sí soy. ¿Podrías caminar conmigo? —Jeonghan asintió con duda—. Gracias —ella rodeó su brazo como si se conocieran desde hace años—. Estos chicos no me dejarían tranquila esta noche a menos que piensen que me fui con un amigo.

—Estoy a punto de ver a alguien —no había terminado de decir aquellas palabras, pero la vampira ya sonreía cálidamente, dando la impresión de soledad, lo que le hizo recordar a la amabilidad de Wonwoo y de otros perdidos de Septendécim—, pero puedo llevarte por lo menos hasta la estación.

—¿Podrías? ¡Muchas gracias! Pero si te estoy atrasando, lo lamento.

—Está bien —había algo realmente aniñado en ella a pesar de que era alta—. Dime, ¿Hay alguien a quien puedas llamar?

—Así estoy bien. Estoy sola esta noche.

El suéter de la niña era tan largo que lo único visible de sus manos eran los dedos. Su uñas eran finas y quebradizas, como si hubiera estado hurgando en la basura. Era como si ella fuera la persona más sola que Jeonghan había conocido en toda su vida.

Al principio, ella simplemente lo siguió sin comentarios. Siguieron un camino entre los estudiantes que esperaban fuera de un restaurante de pizzas. Un par de chicos los miraron y era claro, porque ella tenía un aire de inocente belleza, y sus ojos marrones buscaban entre la masa de personas a alguien, a cualquiera que la cuidara.

Sólo después de que salieron de la multitud, la vampira le preguntó:

—¿A dónde vas?

—A la estación de trenes.

Crescent Moon ➳ SeventeenWhere stories live. Discover now