«Capítulo 17»

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El fantasma estaba flotando entre acuosas sombras de color verde azulado. Su pelo y su tez eran casi tan transparentes como el agua. Aunque el castaño podía ver a través de ella, era tan real como cualquier persona que hubiera conocido. Sus ojos perforaban los suyos, no con enfado, sino con una emoción que no se lograba interpretar.

Cuando ella movió la boca y, pequeños destellos de luz salieron de sus labios y mejillas. Eran fragmentos de hielo, pero seguía sin hacer ningún sonido.

Temblando, el chico se acercó más al cristal. Pese al miedo, quería entender qué estaba sucediendo. El fantasma hizo un movimiento brusco y Jeonghan exhaló el aire de golpe. Su aliento caliente dejó un círculo de vaho en el cristal, en donde aparecieron letras inseguras y finas: «Queremos lo que es justo», se leía.

—¿Justo? —aquella palabra no tenía sentido. Al menos, él tal vez tuviera por fin ocasión de averiguar qué habían estado intentando de decir los espectros—. ¿Qué quieres decir?

Ella no respondió. Sus ojos oscuros adquirieron una expresión burlona y luego, el círculo de vaho desapareció lentamente, llevándose consigo las palabras.

Tras un largo momento, durante el cual a Jeonghan le pareció que el corazón iba a salírsele del pecho cuando reparó en qué esperaba ella que hiciera. Temblando, se acercó al cristal y volvió a soplar en él.

En el círculo de vaho aparecieron las palabras: «No les perteneces».

—¿Qué? —no tenía la menor idea de qué podía significar aquello. Principalmente, quería dar media vuelta y correr en busca de sus padres, pero en cambio, volvió a soplar en el cristal para que el fantasma pudiera hablar.

Cuando sopló, ella volvió a escribir: «No eres como ellos».

—No, no lo soy —aquello era lo único que él sabía realmente de sí mismo, algo que había sabido siempre. Ella era la primera en admitir la verdad—. ¿Como quién soy?

Sopló nuevamente en el cristal. Esta vez, el espectro sonrió mientras escribía con más detalle: «Eres como yo».

Entonces, el castaño oyó un horrible grito ahogado detrás de él y, al volverse, vio a su madre en el umbral de la puerta. Estaba más blanca que la escarcha.

—¡Hijo! ¡Ven aquí! ¡Apártate de eso!

—Me parece... —la palabra se le atragantó; tenía la garganta demasiado seca para hablar, así que tragó saliva—. Me parece que no hay peligro.

—¡Cariño! —la mayor llamaba a su esposo, huyendo. El chico escuchó el eco de sus pasos alejándose por el pasillo.

Entonces, el fantasma se alejó de la ventana.

—Espera, ¡No te vayas! —el hijo de los Yoon puso las manos en el cristal mientras la escarcha volvía a cubrirlo, borrando las últimas palabras escritas. Lo frotó rápidamente para ver si el espectro seguía en la ventana, pero tenía las manos heladas, y la escarcha no se derritió con tanta rapidez. Cuando pudo ver a través del cristal, el fantasma había desaparecido.

Sus padres irrumpieron en la habitación con los ojos abiertos de par en par.

—¿Dónde está?

—Se ha ido. Creo que no hay peligro, mamá.

La mayor miró a su hijo como si este se hubiera vuelto completamente loco.

—¿Que no hay peligro? Eso ha venido a hacerte daño —tenía los ojos desorbitados—. Hace meses ni siquiera sabías que los fantasmas existían. ¿Ahora eres una experto?

Crescent Moon ➳ SeventeenWhere stories live. Discover now