II

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La noche de la hoguera, los lugareños celebraban la liberación de su pueblo, lo que no sabían era que entre ellos caminaban los culpables de todo, mirando desde las sombras cómo confiaban en estar a salvo.

Al apagarse el fuego una importante reunión se llevaría a cabo y la seguridad de los vagantes desviados peligraba debido a la cantidad de seres que comenzaban a agruparse en el bosque.

La niebla aumentaba conforme lo hacía el número de personas, pronto, hubo un círculo con cerca de veinte asistentes.

Una figura descendió de los espesos árboles como un ángel caído, pero estaba muy lejos de ser uno.

Sus ojos cristalinos irradiaron una luz azulada y a modo de saludo el resto de los presentes lo imitaron.

Había rostros jóvenes y adultos, rostros que no significaban nada cuando tenías la eternidad de tu parte.

El chico habló:

—La ceremonia está de más, el protocolo es solo una forma de perder el tiempo —expresó—.  Los que serán juzgados, den un paso al frente.

Los murmullos fueron en aumento hasta que tres personas caminaron junto al chico. Se trataba de un hombre mayor, sin embargo, una vez más, el cómo lucía no significaba nada, de su brazo iba una mujer rubia en sus treinta o por lo menos así parecía, el último era un chico joven, un poco más que el llamado anfitrión del juicio.

—Arthur Sahirs, exhibe al clan los crímenes de tu familia.

El hombre dio un paso alejándose de su esposa y se dirigió al público con voz clara:

—Hemos actuado como nuestra naturaleza lo indica, fuimos creados como depredadores, esa gente...

—Esa gente es quien puede destruirnos si no mantenemos ocultos a los nuestros, Arthur —opinó un hombre de cabello blanquecino.

—¿No están hartos de ocultarse? ¿De ver a los humanos reinar en la cima de la cadena alimenticia mientras nosotros debemos permanecer en la sombras?

La multitud se alteró, algunos concordaban con la opinión de Arthur, otros afirmaban su desacuerdo, el caos iba en crescendo conforme cada uno defendía ante los otros su punto de vista.

—¡Silencio! —exigió el líder del juicio—. Has venido a exponer tus actos Arthur, si no tienes nada para defenderte a ti y a los tuyos más que argumentos arcaicos, deja que sea tu hijo quien tome la palabra.

—¿Llamas argumento pasado de moda a querer lo mejor para toda nuestra raza?

—Padre —el joven interrumpió y silenció a su padre antes de hablar—. Mi nombre es Ashton Sahirs, pertenezco al clan desde hace cuatro años cuando fui convertido, transformé a mi familia y durante tres años fui un cegado —se oyó un coro de exclamaciones ante la revelación—. Mi familia y yo fuimos responsables de muchas muertes en Atenas y sus alrededores, sucumbimos a nuestros instintos y estamos siendo juzgados por romper el acuerdo de caza de humanos del clan.

El silencio reino dejando que fuera el muchacho rubio quien continuara con el juicio.

—¿Hubo alguien más involucrado a parte de ustedes?

El otro muchacho calló, clavó su mirada en un rostro entre la multitud, una duda que pudo costar su vida. Ambos, habían llegado a un acuerdo previo.

—No —respondió con firmeza—. Mis padres me han protegido todo este tiempo, quién terminó cegado fui yo y la mayoría de los asesinatos fueron culpa mía, ellos solo se alimentaban conmigo.

—¡No! —un grito interrumpió la serie de murmullos de las personas—. Ashton...

—Agniet Vriklas, no se te ha dado voto en este juicio, tu palabra no cuenta aquí.

—Arion, por favor... —rogó la chica.

El muchacho apretó los puños, manteniendo su expresión fría y sin emociones y con una seña indicó que sacarán a la chica del lugar.

—Has confesado la ruptura del acuerdo firmado por nuestro clan al instalarse en esta zona, el castigo a los cegados es la muerte —nuevas protestas surgieron, el padre de familia gritaba enfurecido—. ¡Silencio! —los ojos del líder ardían enfurecidos— Sin embargo, apelo a mi casi nula piedad para poner otra sentencia. La familia Sahirs queda exiliada de este clan y por lo tanto debe alejarse de nuestro territorio, una violación a su sentencia y serán cazados a muerte.

—¿Ni siquiera lo consultas? —rebatió la mujer hablando por primera vez—. ¿Cómo es que un niño como tú decide una sentencia sin tomar en cuenta la opinión de los más antiguos? ¿Quién te ha elegido líder?

La mujer dio un paso enfrentándose a su superior con los ojos encendidos en clara señal de desafío.

Una sonrisa tétrica bailó en los labios del muchacho, sus ojos una vez más se iluminaron; la niebla comenzó a arremolinarse en torno a él, los miembros del clan lucieron nerviosos.

—Cuestionar la autoridad tiene un castigo Eleonor, tu hijo no fue capaz de usar la niebla sin enloquecer, yo puedo hacer con ella lo que se me antoje.

Y con un simple movimiento la niebla descendió sobre la mujer quien de inmediato cayó de rodillas, sus ojos quedaron en blanco mientras la niebla extraía toda su energía vital.

Alimentarse de energía vital era algo sumamente complicado, capaz de cegar a quien no tuviera el tiempo y experiencia suficiente con la niebla.

Poco a poco los ojos de la mujer quedaron vacíos, el azul oscuro se aclaro hasta quedar blanco y una vez cegada fue ejecutada por el líder del clan.

—¡¿Alquién más se atreve a cuestionar las leyes antiguas?! —vociferó enardecido, los presentes se encogieron, con él no se iba por las ramas— Quémenlo —ordenó refiriéndose al cadáver.

Los otros dos juzgados permanecieron de pie solo observando, padre e hijo lucían furiosos, sin embargo el veredicto había sido emitido y cualquier réplica terminaría en otra muerte.

El hombre que había hablado antes se dirigió a la alterada gente una vez más. 

—Los humanos nos superan por mucho, ni siquiera con las nuestros evolucionados instintos y habilidades podríamos sobreponernos a ellos si se unen en nuestra contra, hemos vívido durante siglos sabiendo como ocultarnos, las reglas fueron impuestas por algo, y se ha de castigar a los que las incumplan. El juicio ha llegado a su final, Arthur, llévate a tu hijo de aquí y no nos hagas ir en su contra.

Con una última mirada furibunda, ambos desaparecieron en la oscuridad de la noche.

El clan se disperso dejando tras de si una nueva hoguera, el chico de los ojos cristalinos permaneció observando el fuego como horas antes lo había hecho en la fiesta del lago.

—Lo has hecho bien, hijo —y poniendo una mano en su hombro el hombre que defendía las reglas del clan lo felicitó—. Es tu lugar por derecho, el poder es tuyo.

—Lo es por antigüedad —corrigió—. El poder es algo que puede desatar muchas cosas, en manos equivocadas puede ocasionar un gran caos y su búsqueda consigue cegar a las personas.


Chan chan chan.

Besos.💙

💙

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Colder✅ [Libro 1]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz