16. Curiosidad saciada

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El tiempo se hizo nada mientras disfrutaba en compañía de Evan del increíble lago, muertos de frío nos pusimos al sol en el pequeño muelle donde esperamos a secarnos

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El tiempo se hizo nada mientras disfrutaba en compañía de Evan del increíble lago, muertos de frío nos pusimos al sol en el pequeño muelle donde esperamos a secarnos.

Me mantenía mirando firmemente el despejado cielo, raro para la estación y aún mas para el pueblo, voltee a ver a Evan y este mantenía los ojos muy cerrados, estaba tan quieto como un muerto.

—Evan psss —lo llamé—. ¿Sigues con vida? —pregunté riendo.

—No desde hace tiempo —contestó serio.

Me senté y lo miré con los ojos muy abiertos, él seguía recostado e inmutable, unos segundos después note que sus hombros se agitaban.

Se estaba burlando de mí.

—Idiota —mascullé levantándome.

Volví a colocarme el vestido e hice en mi rebelde cabello dos trenzas.

—Anabelle —dijo en un hilo de voz—. ¿Me alcanzas las gafas? Están en mi chaqueta.

Se me hizo un poco rara su petición, el sol estaba ya en su punto más alto por ser medio día así que no rebatí y fui por la chaqueta.

Estaban en un bolsillo junto a su teléfono móvil, este vibró y se iluminó con un mensaje.

Agniet

¿Te diviertes con la niña? Mi hermano está ansioso por reclamar tu cabeza. Hay reunión esta noche.

No entendía nada, aunque me enfurecía el comentario de Agniet sobre mí, la voz de Evan llamándome casi logra que deje caer el aparato, tomé las gafas yo se las tendí, era difícil no quedarme embobada viendo su esculpido cuerpo cubierto solo por un bóxer, recuerdo lo que pasó un momento atrás y mis mejillas se tiñen de rojo.

Evan coge las gafas sin abrir los ojos y se las pone para así observarme.

—Vaya, creí que no podías ser mas roja.

Se levanta conmigo frunciéndole el ceño y comienza a vestirse, me doy vuelta para no mirarlo pues probablemente termine babeando todo el muelle.

Ahí me atreví a hacer de nuevo la pregunta que bailaba en mi mente

—¿Por qué hacen eso? ¿Lo de la iglesia? ¿No tienen respeto por la religión? —bueno, más de una pregunta, ya me conocen.

—¿Por qué haces eso de hacer tantas preguntas? El no tener respeto es precisamente el punto —dice cortante.

—No te veías muy contento con ello, los demás parecían disfrutarlo.

—No me gustan los espectáculos, solo eso —no había emoción en su voz—. Listo. —susurró justo en mi oído.

Estaba pensando y salté pues no lo había sentido moverse.

—Entonces ¿Por qué? ¿Dios no significa nada para ti? —inquirí, recordando a su madre.

Colder✅ [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora