31. El mundo en llamas

5.3K 494 85
                                    

Dios mío, cada día que pasaba mi cuerpo dolía más y más, me costaba dar más de diez pasos sin que mis piernas se tensaran, mis ojos no soportaban la luz natural sin irritarse, las fiebres cada noche drenaban toda mi energía dejándome tan exhausta ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dios mío, cada día que pasaba mi cuerpo dolía más y más, me costaba dar más de diez pasos sin que mis piernas se tensaran, mis ojos no soportaban la luz natural sin irritarse, las fiebres cada noche drenaban toda mi energía dejándome tan exhausta que solo podía dormir durante el día.

Dejé de ir al restaurante, de salir en general más allá de mi cuarto. En los días buenos me olvidaba del dolor físico para luego extrañarlo cuando otro sufrimiento más profundo se instalaba bajo mi piel.

El día previo a acción de gracias me sentía lo suficientemente bien como para estar en el sofá junto a mi abuelo viendo tv basura mientras mi abuela dejaba todo listo para la cena de mañana.

El timbre me impidió oír una frase que hizo a mi abuelo cambiar de canal de forma brusca. Escuché a la abuela abrir e intercambiar un par de frases con quién se encontraba tras la puerta.

—¡Por supuesto! Hace tiempo no te veía por aquí —las voces se hacían más fuertes a medida que se acercaban—. Annie está enferma, pero no impide que pasen un poco de tiempo juntas.

—Claro, me encantaría conocernos mejor —tanto mi abuela como mi abuelo miraron a Kate como si de pronto tuviera una cabeza de más.

Maldije internamente.

—Kate, hola —dije con nerviosismo.

—Mi mamá me corrió porque no sé como hornear un pavo.

Una risa nostálgica se atoró en mi garganta.

—Mi abuela considera que soy un peligro inminente en cuanto estoy a dos metros de la cocina.

—Mentira no es —gritó la señora desde su puesto—. Aún me debes una olla y unos guantes nuevos.

Kate se balanceaba sobre sus talones sin saber cómo actuar.

—Pensé que podíamos tener una noche de chicas.

Hasta ahora había notado que llevaba una mochila en su espalda y una bolsa con golosinas entre sus manos.

Asentí entusiasmada.

—Como escuche algo raro cortaré sus bonitos cabellos —masculló mi abuelo como despedida cuando sabíamos a mi cuarto.

El ambiente era un poco tenso, Kate no tenía idea de quién era, ni de que ya había estado aquí; tampoco que yo la consideraba como mi mejor amiga y con la única que había sido capaz de hablar sin tapujos sobre lo de Ashton.

—Tengo un deja vú ¿sabes? —comentó mirando una lámina con un boceto que había comenzado hace días— Desde hace una semana, es cómo si ya nos conociéramos pero es una locura porque nunca te había visto. Y no sé porque digo esto, solo estoy divagando, no tengo con quien hablar, supongo que mis amigos afrontan la muerte de Michael a su manera.

Tragó grueso.

Si tan solo supiera que aquellos a quienes llamaba amigos estaban metidos de cabeza en aquel oscuro mundo que se encargó de apagar la vida de Michael.

Colder✅ [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora