38. Una mirada que miente

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Feliiiiiiiz navidad super atrasada para todoooooos. Estaba enferma y sin muchos ánimos, pero ia vorvi. *-*

Lunes

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Lunes.

Comenzaba la semana conmigo atrapada en este sitio, apenas podía mantenerme cuerda gracias a los libros que Ashton dejaba para mi, hablábamos lo suficiente... y con eso me refiero a que me preguntaba lo que necesitaba y yo le respondía. Lo único que quería realmente era irme a casa y por ello sollozaba cada noche aun consciente de tal vez se mantenía observándome.

Martes.

Ya me había dado por vencida con las ventanas, su único propósito era dejar entrar un poco de luz natural. El material era tan resistente que era imposible romperlo con alguna de las cosas que estaban dentro de la habitación o el baño, la puerta estaba asegurada por fuera y aunque pensaba que Ashton era el único que podía entrar pronto descubrí que Eithan poseía también una llave.

Miércoles.

La casa, o más bien apartamento, era un piso sencillo sin mucha decoración. Me sorprenda que todo estuviera pintado de colores claros y el lugar carecía de inmuebles. Había un sillón de dos plazas, un televisor, una pequeña mesilla y nada más. La cocina era algo totalmente distinto, había electrodomésticos soñados por cualquier ama de casa y unas alacenas capaces de esconder varios cadáveres...espera ¡¿Qué?!

Una isla hacia de comedor y cuatro silla altas la rodeaban.

Era casi imposible sacarle aquella información a Ashton sin que se diera cuenta de que mi nueva actitud tranquila era un farol.

Eithan no iba a sacarme de aquí sino averiguaba el paradero del otro rehén.

Volvió la fiebre.

Jueves.

Mi rutina se había establecido en:

1. Despertar demasiado temprano para cepillarme y ducharme a una velocidad de vértigo. No podía concebir la idea de estar desnuda en la misma casa que Ashton, mucho menos en la misma habitación.

2. Aceptar salir a la pequeña cocina a tener un desayuno junto a él donde lo único que hacía era observarme comer, aquello me ponía los pelos de punta y debía obligarme a tragarme todo y no vomitar en el proceso. Si tenía un mal día (ayer) era mucho mejor, pues solo dejaba la comida en mi cuarto y se iba con los ojos cambiando de color.

Aunque esa inestabilidad me asustaba, agradecía que tuviera la prudencia de alejarse de mi cuando estaba en ese estado.

3. Leer toda la mañana.

4. Sentir ansiedad por el encierro.

5. Almuerzo en el cuarto.

6. Leer toda la tarde; de vez en cuando me quedaba dormida, eso solo duraba unos veinte minutos.

Colder✅ [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora