Viejos Relatos -Hwtober [Tododeku]

Sonrisa

¿Por qué todo era tan difícil?

¿Por qué no solamente él era feliz?

No era como si toda la vida hubiese Sido un niño malo, por el contrario, siempre intentó ser el mejor para que su madre no se preocupara.

Entonces, ¿Por qué la vida no le permitía tener felicidad?

Un suspiro tan cansado y afligido salió del joven de diecinueve, que caminaba solo y apretando su mochila por las calles desoladas de Japón.

Simplemente quería en paz y armonía su vida en la universidad, que el grupito de Kacchan no estuvieran sobre él haciendole la vida cuadritos.

Solo eso. Nada más.

Midoriya caminaba murmurando sobre todo lo que pasó en ese día, el como protegió a Uraraka de los brabucones y aprovechados de Kacchan y su tontos amigos.

El enojo subía y lo único que quería era llegar a su hogar, sin más.

Subió los escalones del edificio con rapidez, lo mejor era dormirse hasta tarde y después hacer tarea; de esa forma se olvidaría de todos.

Cuando llegó al piso donde él vivía, recupero el aire perdido por subir las escaleras rápidamente, quedándose quieto y sosteniéndose del barandal.

Camino lentamente hacia lo que era su departamento, esperando ver a su madre, y de esa manera sentirse un poco mejor.

Antes de que entrara a su hogar, un estruendo se escuchó a lado, en la casa de sus vecinos.

Algo así como algo cayéndose, algo grande pues el ruido fue fuerte.

Midoriya se quedó viendo hacia la puerta de ahí, extrañado por aquello y acercándose a las ventanas.

No había nada dentro, pero se quedó allí por unos segundos más, quizás había sucedido un accidente y el estaría dispuesto a ayudar a lo que sea.

Suspiró rendido, quizás solo fue producto de su estrés y ansiedad, así que pasó por alto ese ruido y camino con lentitud abriendo el departamento.

—¿Mamá? ¡Ya llegué! —anunció, cerrando con llave nuevamente y dejando sus tenis rojos en la entrada.

Al no escuchar respuesta alguna, el joven inspeccionó la cocina, sin encontrar nada. Midoriya se dió la idea de que quizás su madre había salido o bien, estaba dormida.

Camino con lentitud y arrastrando los pies hasta su dormitorio, brillandole los ojos al ver su preciada cama esperando por él.

En cuanto su cabeza tocó la almohada y su cuerpo estuvo cómodo, cayó en un sueño profundo donde no despertaría hasta tiempo después y se lamentaría.