Leyendas Urbanas

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—¿Leyendas urbanas? —dijo con un gesto en sus labios la niña de trece años

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—¿Leyendas urbanas? —dijo con un gesto en sus labios la niña de trece años. —Sabemos todas ellas, madre. 

—¡Sí! Con la biblioteca infinita, no hay ninguna que no sepamos. —alardeó un niño un año menor que su hermana.

—Calmen, hijos. Esta leyenda me la contó una amiga muy preciada para mi, alguien de mi trabajo.

En cuanto la mujer mencionó su trabajo, inmediatamente los niños se interesaron mucho.

—Es de amor, mis niños.

—¿Amor? Mamá, tú consideras amor hasta cuando los empleados de la tienda platican amenamente. ¿Qué tipo de amor hablas?

La mayor rió suavemente, y después comenzó a recordar con algo de nostalgia aquello, pero sus hijos eran amantes del terror y aunque eran unos pequeños, eran muy maduros a su edad.

—Hace unos años un muchacho de quizás veinticinco o veintisiete entró como un reconocido doctor de psicología con un doctorado y quien sabe más, es asunto es que era muy conocido por sus grandes logros.

El hospital psiquiátrico también era famoso por tener incontables personas, y de las cuales, muchas salían victoriosas de ese hospital muy a gusto con sus resultados, aunque también había bajas, como por ejemplo aquellas que no tenían remedio en sus enfermedades y otras que no mejoraban pero tampoco empeoraban.

Hacía algunos años que habían ingresado a un peligroso hombre que tenía la enfermedad de psicopatía, y de la cual, lo trasladaron a una habitación de la máxima seguridad, del Tártaros. 

Se le asignó un psiquiatra de alta recomendación y métodos efectivos para que ese hombre controlará su enfermedad, que en su momento, llegó a ser uno de los asesinos más buscados mundialmente por su alta tasa de asesinatos en solo una semana.

El psiquiátrico con tanta fama, Midoriya Izuku, fue asignado a este hombre que con tan solo verle los ojos tu alma sentía un escalofrío por que sentías la frialdad de sus ojos y más aún, que no tenía ni una pizca de humanidad en sus singulares pupilas.

Muchos dicen que este joven, de aspecto simple y fácil de recordar, pasó tiempo en esfuerzo y ahínco en construir al menos un poco de nuevo a este hombre que estaba reacio a ayudar.

Muy pocos saben, pero este asesino sin corazón, después de tantas visitas y apoyo por parte del doctor Midoriya, comenzó a sentir empatía por él.

Lo que fue sorprendente para el director del Tártaros y muchos otros encargados, pues el que ese sentimiento aparezca en un psicópata tan perdido como lo era él, era casi imposible pues solo se amaba a si mismo y el dialogo humano era una cosa irreal para él.

—He estado visitándote casi de volada, y lamento eso Todoroki. —argumentó con un gesto de cansancio en su voz mientras se sentaba delante del varón para después tallarse sus ojos y dejar sus cosas en la superficie. —El trabajo en el hospital ha estado difícil, y venir a verte me ha costado. Pero ya estoy aquí, perdona mi tardanza.

Viejos Relatos -Hwtober [Tododeku]Where stories live. Discover now