Engullir

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—Buenas tardes, Shouto. —saludó el hombre de cabello verde, era amigo de su padre pero aún así no era como si le interesara mucho hablar con él. —Estos días que he estado aquí, vi que te mantienes en tu cuarto, ¿Qué haces ahí?

—Nada.

El hombre que se apellidaba Midoriya le sonrió y revolvió sus cabellos.

—Traje a mi hijo, tiene tu misma edad y le encanta jugar. —Shouto buscó disimuladamente la mirada de su padre, el cual estaba detrás de Hisashi —¿Me acompañas a traerlo?

A sabiendas de que no debería ser irrespetuoso con nadie, se levantó de la mesita de vidrio donde estaba y acompañó al mayor, quien le sonrió por la actitud del pequeño que era muy serio.

—Es suerte que las juntas programas sean cuando Shouto tiene su descanso, ¿No crees? —dijo el amigo de su viejo, dirigiéndose hacia él.

Enji sólo lo miró, pero no asintió.

Cuando llegaron al patio, el señor Midoriya fue hacia su auto y sacó a un niño pequeño de la mano, quien se escondió detrás de su pierna.

—Mira, él es Izuku, Shouto. —presentó el mayor —Espero que se puedan llevar bien, ahora, anden, que los mayores tienen que hacer negocios.

Y así caminó hacia Enji, quien ignoró mientras que su hijo menor sólo observaba al contrario.

El niño tenía rizos como el señor Midoriya pero su mirada estaba en sus manos, se veía que estaba nervioso.

—Me llamo Izuku Midoriya. —murmuró el pecoso, pero al ver que los mayores ya no estaban se volteó y comenzó a caminar hacia adentro, pocos segundos después observó como el niño lo perseguía.

No dijo nada, sólo se quedó en silencio viendo de reojo al hijo del señor Midoriya, quien se llamaba Izuku.

Si era sincero, esa tarde no hizo mucho con Izuku. Sólo se mantuvo como otros días, leyendo y aprendiendo en la profundidad de la biblioteca, aunque Izuku un principio estaba muy callado, sentía su persistente mirada sobre él.

Ya fue hasta el segundo día cuando Izuku se acercó a él y le pidió un libro, a lo cual se lo dió como pensó que serían sus gustos, ambos sentados en un mismo sillón pero con moderada distancia.

Y el tercer día, Izuku llegó con una gran mochila amarilla que le causó curiosidad, así que no prestó mucha atención a lo que leía sino a lo que Izuku había traído.

—Sabes, no me has dicho tu nombre. —susurró el pecoso, que sacó comics de su mochila y los esparció por el piso. —Aunque lo sé, me gustaría que al menos nos presentaramos, dice mi mamá que así se presentan los amigos.

—Tú no eres mi amigo. —dijo el pequeño, captando la mirada del menor, que sólo se quedó viendolo unos segundos y después desvió su mirada 

Viejos Relatos -Hwtober [Tododeku]Where stories live. Discover now