Linterna

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Midoriya siempre había vivido cerca del mar

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Midoriya siempre había vivido cerca del mar. 

Y por ende, el sonido de las olas por las noches y la brisa que entraba suavemente por su ventana era un deleite para su descanso.

Menos ese día.

Su padre estaba muy enfrascado en hacer ruido, y en verdad que le molestaba, ¡Estaba haciendo demasiado ruido! Y él mañana tenía escuela, además, ya hacía días en que simplemente no podía conciliar el sueño gracias a que estaba preocupado de lo que pasaba allá afuera.

—¿Papá? —murmuró tallando sus ojos mientras veía con una mueca como su padre echaba algunas cosas en una mochila. —¿Qué haces? —El hombre volteó mientras suspiraba, al menos no tendría que despertar a su hijo.

—¿Izuku? Oh, lamento despertarte. 

Su padre lo cargó mientras le decía que fuera por una linterna y a ponerse sus tenis.

Según lo que había dicho su padre, había escuchado a lo lejos un niño llorar.

Cuando escuchó las preocupadas y rotas palabras salir de la boca de su mayor, sólo pudo tener las mismas energías que él, correr de un lado a otro para salir en busca del pobre niñito que esté allá afuera a altas horas de la noche, y peor aún, por esos lugares.

—Sabes como comportarte en estas situaciones, Izuku. —Asintió mientras cuidaba muy bien sus pisadas. No quería romper alguna rama ni nada parecido, no en esa ubicación. 

El llanto de un pequeño se escuchó a la lejanía, pero al menos lo pudo captar, por que en todo el camino que llevaban, no había escuchado absolutamente nada más que los sonidos naturales de la noche.

—Papá, lo escucho cada vez más cerca. —murmuró el pequeño de rizos con una leve sonrisa, cada vez más su oído se agudizaba mejor y se sentía orgulloso.

Cuando el terrible llanto del infante se escuchó a unos metros, ambos peliverdes prendieron sus linternas mientras aluzaban el inicio del bosque.

Los ojos verdes del menor pudieron captar el cuerpo pequeño perteneciente de un niño a un metros de ellos, e inmediatamente fue a correr hacia él.

—Hola... —murmuró mientras extendía su mano para alcanzar al infante, que dio una sonrisa de alivio al ver que alguien lo salvaría. —Dame tu mano. —susurró con una sonrisa para darle confianza.

—Espera, Izuku. —Lo detuvo su padre. —Hijo, ¿Qué quirk tienes? 

—Deterioro, señor. 

—Bien. —Sacó uno de los guantes especiales y tomó al niño para poder sacarlo de lo atorado que estaba entre las hierbas. —Pronto saldrás de ahí, pequeño. —Izuku admiraba la valentía de su padre y como siempre tenía una sonrisa cuando ayudaban a la gente, mientras tanto, él tenía detenida la linterna para que su padre pudiera ver bien al niño.

Que por cierto, parecía tener algún tipo de alergia en su cara y tenia su labio superior roto.

¡Que impaciencia tenía de ayudarlo!

Cuando por fin su padre iba a sacarlo, el movimiento de las hojas se escuchó acercarse rápidamente.

—¡Ahí viene, señor, aléjese! —gritó el niño de ojos color rubí con lágrimas cayendo sobre su rostro riguroso, sabía que esa maldita cosa lo comería vivo, y si esas personas amables no se iban, ellos también serían parte de su menú.

La adrenalina subió hasta la cabeza de ambos, Hisashi estaba decidido a que no perdería otro niño entre las garras de esa maldad.

Entre más lagrimas caían sobre el rostro del niño, el ruido del movimientos de las hojas parecía aumentar su velocidad y el pavor de que jalaran al menor bruscamente como otras veces era evidente en el hombre de cabello verde.

—¡No! —Jaló con fuerza su padre y exitosamente el niño salió mientras se aferraba a la camisa del mayor, agradecido y llorando a mares.

Izuku aun estaba atento a lo que su padre tanto le tenía coraje.

Siempre que hablaban de ese lugar, su papá se enfurecía.

¿Qué era esa cosa? ¿Podría verlo?

Cuando trató de ver más allá de esas estorbosas hierbas que le obstruían la vista para ver que era eso que hizo mover las hojas hace unos momentos atrás, y que había hecho llorar a miles, como había visto todos los días en el pueblo.

Su padre nunca le permitió ir a ninguna misión de rescate, hasta ese día, y estaba muy emocionado y curioso de ver todo lo que la hermosa vista le proporcionaba.

—¿Hay algo allí, papá? —murmuró mientras apuntaba hacia delante.

Hishashi volteó hacia su hijo pecoso aún con la preocupación palpando por sus venas, y antes de poder separarlo de lo cerca que estaba de las hierbas y lo peligroso que era, la misma mano que apuntaba, fue tomada por una mas grande de color blanco azulado y jalado hacia la espesura de lo que era los montones de arboles.

—¡Izuku! —gritó alargando el nombre, con la linterna cayendo sobre el piso aun prendida y el grito del pequeño escuchándose por todo el lugar.

CONTINUARÁ.

Continuación en el día 20 “Bosque”

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Continuación en el día 20 “Bosque”

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Separador hecho por la editorial: NeonWaveEditorial y el admi: emawks ¡Gracias! ❤️

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