Roto

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¿Por qué ver a la persona que amaba se sentía tan horrible?

Quizás era por que su bebé no estaba solo, al contrario, un brazo grande y musculoso estaba sobre su hombro, y aunque quisiera con todas sus fuerzas no era como si el muchachito fuera a separarse de aquel chico sólo por sus deseos egoístas.

¿Así de fuertes eran sus celos?

Quería estrangularlo.

A ambos. A su bebé por traicionarlo y aún más, a ese osado chico por atreverse a tocar algo que era suyo.

Y sí. Sabía que estaba retrocediendo grandes pasos al desear aquello, al sentir como las llaves en sus manos se incrustaban, en sus palmas por la gran presión que hacía al contener de manera controlada sus deseos de lanzarse contra esos dos.

Ese era un fuerte sentimiento un poco nuevo para él, por que lo había sentido antes, pero apenas y eso por que, el peliverde siempre que estaba bajo su manto mantenía toda su atención en él, y nunca mencionaba ningún otro pretendiente que tuviera, aunque él sabía cuantos estaban detrás de su pequeño.

Pero ahora, diablos, quería en verdad destruir algo para descargar la furia que estaba subiendo rápidamente por su ser.

¿Por que era tan difícil controlar sus emociones?

Antes había trabajado arduamente para ese tipo de casos, junto a Midoriya y sus terapeutas, pero ahora, parecía que todo ese trabajo había sido basura, por que estaba a punto de caminar hacia ellos, ignorando el poco o nada razonamiento que aún poseía para hacer caso a sus impulsos que gritaban miles de cosas indebidas y que llegarían a ser consideradas un crimen.

—Señor. —Una grande mano se posó en su hombro, y lo reconoció como su chofer. 

—Déjame. —En sus ojos estaban tintados completamente del padecimiento de su enfermedad mental, afirmando al gran hombre de que debía sacar de allí a su jefe.

Él también había visto la escena donde Midoriya-kun era besado por un hombre de cabellos pelirrojos, o al menos así había visto su perfil, y rayos, que conociendo a su jefe desde que era un niño, sabía que podía matarlos allí mismo cegado de la ira.

Conocía a la perfección los sentimientos de su mayor, y ver al tierno y amable joven que dio luz a su pobre jefe prácticamente regalando sus sonrisas a otra persona,... Consideraba que sí era devastador.

Obligó a uno de los empresarios más conocidos del momento para llevarlo hacia el carro, en verdad que lamentaba el estado de su patrón, más por que antes de llegar al lugar, él estaba en un modo sereno y amable platicándole lo increíble que lo estaba pasando con el joven Midoriya.

Su mayor había tenido esa enfermedad mental desde la adolescencia, y él era consciente de todos los obstáculos que pasaron la familia a la que servía por el joven, y aún así, se sentía triste. 

Por que sabía que esa escena que vio su jefe, era como un retroceso a su gran avance, sabía cuanto influía el pequeño Midoriya en sus decisiones y actitudes, y no presentía nada bueno en ello.

El empresario era sumamente inteligente, y si ya había escapado de un hospital psiquiátrico con facilidad anteriormente, ahora no dudaba que podía hacer cualquier locura con tal de calmar esa furia que se reflejaba en sus ojos y cuerpo.

—Tranquilícese, señor. Pronto llegaremos al consultorio de la doctora Chiyo. —aseguró el hombre con su voz gruesa e intimidante. 

—No puedo. No puedo si Midoriya acaba de traicionarme, y más aún con ese bastardo. —En cuanto escuchó las groserías volver en un hombre maduro y serio tal como era, el gran hombre temió aún más por la poca estabilidad que caía rápidamente de su patrón.

Viejos Relatos -Hwtober [Tododeku]Место, где живут истории. Откройте их для себя