Parte III: EMBOSCADA - CAPÍTULO 16

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CAPÍTULO 16

Lyanna reconoció enseguida el área sur de las Marismas. Estaban al borde del bosque de balmoral que Humberto mismo había plantado cuando estaba al mando de un ejército de fomores y se hacía llamar Lord Huber en la corte de Colportor.

—Buena opción —aprobó Lyanna, volviéndose hacia su hermano—, pero debes tener en cuenta que...

Él no la dejó terminar. Desenvainó su espada y la apoyó en el cuello de ella.

—Vamos —la tomó del brazo con la mano libre, arrastrándola bosque adentro.

—Llew... —protestó ella.

—Silencio —le advirtió él con dureza.

Ella resopló, disgustada, y se dejó llevar por su hermano entre los árboles rojos. Cuando Llewelyn juzgó que ya estaban lo suficientemente adentrados en el bosque, la soltó, pero no envainó su espada:

—¡Siéntate! —le gritó, señalando un tronco caído.

Ella se estremeció involuntariamente ante su violento tono.

—Llew... —intentó suavizar la situación.

—¡Que te sientes, maldita sea! —le reiteró él.

Ella obedeció y se sentó en el tronco. Llewelyn empezó a caminar de un lado al otro, agarrándose la cabeza:

—¡Esto es una locura! ¡Pude ordenar que te mataran!

—Sabía que no lo harías —dijo ella con confianza.

—Para ti todo es un juego, ¿no? —le reprochó él.

—Llew, nunca estuve en peligro, nunca...

—¡No! ¡No me vengas con eso, Ly! Yo no tengo tu sangre fría para estas cosas. ¡Pudiste advertirme antes que todo era un acto!

—No lo era —dijo ella con la mirada clavada en el piso.

—¿Qué?

—No lo era, no era un acto.

—¿De qué estás hablando?

—Mi mente está unida a la Tríada. Si hubiese sido un acto, Nemain lo habría descubierto al instante —respondió ella con voz cansada.

Llewelyn apoyó la punta de la hoja de su afilada espada sobre el hueco de la garganta de su hermana.

—Tranquilo, Llew, no necesitas amenazarme y menos de una forma tan inútil. Sabes bien que el balmoral no afecta mis habilidades —apartó ella la hoja de su cuello, tomándola cuidadosamente con dos dedos para no cortarse.

—Al menos el balmoral corta la conexión con la Tríada —suspiró Llewelyn.

—Me temo que no. La conexión no puede disolverse tan fácilmente —confesó Lyanna—. Lo único que el balmoral está haciendo en este momento es inhibir tu habilidad y escondernos de Alaris y todos los miembros de la escuela.

—¿Qué?

—Estás a mi merced, por así decirlo.

—¿Por qué me manipulaste para que te trajera aquí? ¿Qué quieres? —frunció el ceño él, apuntándole otra vez inútilmente con la espada.

—Necesitaba hablarte a solas. Quiero explicarte lo que pasó.

—¿A solas? ¿Con Nemain y Marga escuchando del otro lado?

—Ellas no pueden escuchar esta conversación.

—Me dijiste que la conexión con la Tríada seguía intacta —la cuestionó Llewelyn, confundido.

—Sí, y es así, pero estoy fragmentada.

—¿Fragmentada? —repitió él sin comprender.

—Es una técnica que aprendí de Julián —asintió ella, esperando que su hermano comprendiera mejor la situación.

Llewelyn no pareció entender en absoluto:

—Será mejor que me expliques cómo funciona exactamente eso —dijo, desconfiado.

—Por supuesto —aceptó ella—, pero antes debes advertir a Alaris que debe separar físicamente a Nemain de Marga. El balmoral no anulará del todo la habilidad de Nemain, pues ha aprendido a desarrollarla bajo circunstancias de bloqueo en el otro mundo, pero podrá disminuirla en alguna medida. Eso significa que deben mantener en alto las barreras psíquicas que han creado cuando estén en su presencia. Lo ideal sería que la mantengan totalmente aislada e incomunicada hasta que Lug decida qué hacer con ella.

—Alaris sabe cómo proceder —aseguró Llewelyn.

—Y por favor diles que no sean tan duros con Marga —continuó ella—. Está de nuestro lado.

—Marga es una serpiente traicionera y será tratada como tal —gruñó Llewelyn.

—Marga es la que hizo posible que tu gente capturara a Nemain, Llew —protestó ella.

—Me debes una explicación —le respondió él, ignorando las advertencias de ella.

Lyanna suspiró, meneando la cabeza con cierta frustración:

—De acuerdo —accedió al fin—. Supongo que es justo que no confíes en mí.

—Te escucho —dijo él con el rostro serio, haciéndole ver a su hermana que no estaba dispuesto a jugar más juegos.

—La mente física puede particionarse —comenzó Lyanna—. La forma más burda de lograrlo es mediante tortura, sometiendo a una persona a un sufrimiento tan profundo y desesperado, que la mente creará un fragmento separado de sí misma para poder escapar de la insoportable angustia. Otra forma un poco más sofisticada de hacerlo es con el borrado de memoria, como lo que hicieron con Marga y Nemain. En todos los casos, la mente queda fragmentada, como si una persona contuviera varias personalidades dentro del mismo cuerpo, dentro de la misma mente. En general, una partición o fragmento no sabe de la existencia de las otras y se comporta de forma adecuada a las circunstancias que la crearon o de la manera en que fue programada. Pero en mi caso, dejé la puerta abierta para que los fragmentos no se desconectaran del todo, para que hubiese una comunicación entre las partes. Eso me permite ir de un fragmento a otro a voluntad.

—¿Significa que una parte de ti es una psicópata asesina que quiere que me arrodille ante ella y le bese los pies en rendición? —la cuestionó Llewelyn con una mueca de disgusto.

—Exacto, lo entendiste —le sonrió ella.

Él la miró horrorizado:

—¿Por qué hiciste algo como eso? ¿Disfrutas con actos de violencia sangrienta?

—No, no es exactamente lo que prefiero —se encogió ella de hombros como si estuviera hablando de sus inclinaciones sobre comidas y postres.

—¿Entonces?

—Fue la forma más sencilla de contener a Nemain.

—¿Y papá aprobó esto?

Lyanna se mordió el labio inferior sin contestar.

—Oh, claro, por supuesto que no —meneó la cabeza Llewelyn—. ¿Cómo hiciste para salirte con la tuya ante su oposición?

—Bueno... —bajó ella la vista al piso.

—¿Qué hiciste, Ly? —le demandó él.

—Por favor, no te enfades, déjame explicarte las cosas desde el principio —levantó las manos ella.

—Dímelo.

—Será mejor que te sientes —lo invitó ella con un suspiro, señalando un espacio a su lado en el tronco caído.

LORCASTER - Libro VII de la SAGA DE LUGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora