Parte VI: EL PLAN DE LYANNA - CAPÍTULO 30

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CAPÍTULO 30

Lorcaster ignoró por completo la presencia de Morgana y Augusto. Su atención estaba indivisiblemente enfocada en Dana.

—Siempre me he preguntado por qué dos almas tan diferentes eligieron la misma configuración física —dijo Lorcaster, observando a Dana con curiosidad—. Hubiera sido interesante estudiar a un descendiente de Lug y Murna.

—Lug nunca se hubiera enamorado de Murna —contestó Dana fríamente.

—Oh, no necesitaba enamorarlo, solo embarazarse de él. Estuvo cerca, pero no lo logró —sonrió Lorcaster.

—Si tu objetivo es perturbarme, tendrás que esforzarte más —le devolvió Dana.

Lorcaster rió de buena gana:

—No necesito perturbarte, ya lo estás. Lo disimulas muy bien, pero tu preocupación por tu hija y por tu esposo es más que evidente.

—Ya basta —intervino Augusto—. ¿Qué quieres a cambio de liberar a Lyanna de la Tríada?

—Oh, veo que al incipiente Alquimista se le han subido los humos a la cabeza y cree que puede tratar conmigo de igual a igual —dijo Lorcaster con sorna—. ¿Por qué no vuelves a la residencia a jugar con tu amiguita Clarisa y dejas que los mayores resolvamos este asunto?

Dana tuvo que detener a Augusto de un brazo para evitar que se lanzara sobre el cuello de Alí.

—Humm —chasqueó la lengua Lorcaster—. El plan de tratar conmigo sin involucrar emociones no funciona si no puedes mantener el control, Augusto.

—¡Eres un maldito! —le gritó Augusto.

—Espera afuera —le ordenó Dana.

—Pero... —protestó su yerno.

—Tuviste tu oportunidad. Espera afuera —le reiteró ella, inamovible.

Augusto resopló con frustración, pero aceptó la orden y salió del refugio.

—Morgana debe irse también. Trataré solo contigo —le dijo Lorcaster a Dana.

—No, Morgana se queda —se plantó Dana con firmeza.

Lorcaster se volvió hacia Morgana:

—Estimo que si Dana te quiere en esta entrevista es porque no te has sincerado con ella sobre tus tratos conmigo —arqueó una ceja—. ¿Quieres que le explique...?

—Esperaré afuera —lo cortó Morgana.

—Morgana, no —la detuvo Dana de un brazo.

—Mi presencia solo entorpecerá las cosas —negó Morgana con la cabeza—. Sois perfectamente capaz de manejar esta entrevista por vuestros propios medios, Dana. Eso está muy claro para mí.

Dana soltó al hada y la siguió con la mirada mientras salía por la pequeña puerta del refugio. Suspiró y volvió su atención a Lorcaster:

—Deshacerte de mis aliados no te ayudará en esta negociación —le espetó.

—No soy yo el que necesita ayuda —respondió el otro con helada calma.

—¿Piensas que soy tan estúpida como para creer que no sacas nada de todo esto? Los de tu especie no se involucran con humanos a menos que puedan ganar algo en el intercambio.

—Hay otras razones que nos llevan a tratar con ustedes. No todos somos iguales.

—¿Qué razones? —arrugó el entrecejo Dana, suspicaz.

—Tomar responsabilidad de nuestros actos, tratar de enmendar nuestros errores —bajó la mirada Lorcaster al piso.

—¿Qué errores?

—Dejar que Lyanna reemplazara a Morgana en la Tríada —confesó Lorcaster con un suspiro de arrepentimiento—. Esperaba que ella pudiera traer el balance que Macha nunca pudo lograr, pero me equivoqué. La unión con la Tríada despertó en Lyanna una faceta destructiva que ella no había explorado antes, y en su eterna curiosidad, decidió internarse por ese peligroso camino.

—¿Tú puedes sacarla de ese camino? —preguntó Dana con ansiedad.

—Sí, pero la colaboración de Lug es indispensable.

—¿Cómo sé que todo esto no es una trampa?

—Entiendo que piensas cosas horribles de mí, entiendo que me consideras traicionero y vil, y no estás errada en creer eso de mí. Mis acciones parecen frecuentemente aberrantes y sin sentido para los humanos, pero no lo son. Solo siguen una lógica superior, una lógica a largo plazo. Tener el poder de manipular las líneas de tiempo me permite tomar decisiones a partir de un conocimiento vedado para los humanos. No puedo explicarte las repercusiones que la unión de Lyanna a la Tríada tendrá en el futuro, pero si pudiera mostrártelo, te aseguro que habrías preferido nunca haberla parido.

—Ríos de sangre y muerte... —murmuró Dana.

—Mucho más que eso. Estamos hablando de la ruptura del orden cósmico —sentenció Lorcaster—. Entiendo que no confíes en mí porque no puedes ver lo que yo veo, pero al menos escucha mi propuesta. Analízala con tus amigos, con Lug, y decidan entre todos si quieren ser parte de la destrucción del universo.

Dana se cruzó de brazos, tratando de mantener a raya su nerviosismo:

—Te escucho —dijo al fin.

—Bien —asintió el otro—. Puedo forzar a Lyanna a romper el vínculo con la Tríada, pero ella tiene el poder de restaurarlo nuevamente, todas las veces que quiera. Por eso, cuando la extraiga de la Tríada, Lug debe usar su habilidad para modificar su mente.

—¡¿Qué?! —exclamó Dana—. ¡Lug nunca aceptará forzar la mente de Lyanna! ¡Ni siquiera es posible!

—Lo hará si es por su propio bien.

—Aún si Lug aceptara algo como eso, Lyanna lo bloqueará. Nunca ha sido posible dominarla de ninguna forma —negó Dana con la cabeza.

—Lyanna confía en su padre y lo ama. Si Lug actúa con astucia, logrará que ella se abra a él. La clave es la empatía de Lyanna con el sufrimiento de otros —explicó Lorcaster.

—Lo que sugieres es bajo y despreciable —le escupió Dana.

—Tus conceptos morales no tienen cabida cuando hay tanto en juego —le respondió él—. Además, solo le estoy pidiendo a Lug que haga lo que ya ha hecho en el pasado con su propia madre: un simple borrado de memoria. ¿No les agradaría tener la oportunidad de criar al tipo de niña normal con el que siempre soñaron? Sin poderes incontrolables, sin exabruptos, sin estar todo el tiempo al borde de la catástrofe por sus acciones ingobernables. Una niña que sea física y mentalmente lo que siempre debió ser.

—Lyanna es una mujer, no una niña —protestó Dana.

—Solo tiene doce años.

—No, tú la quieres reducir a doce años, pero ella tiene mucho más que eso.

—No puedes ser tan ciega como para no ver que ése es exactamente el problema. Lyanna ha violado las leyes del mundo físico, y la Tríada ha exacerbado esa transgresión. Te ofrezco restablecer el orden de las cosas como deben ser.

Dana no contestó.

—Créeme, he visto miles y miles de futuros posibles, y la única manera de detener el advenimiento del caos es trabajando juntos para volver a Lyanna a su estado normal como ser humano.

Los ojos de Alí se cerraron y su cuerpo volvió a un estado de trance profundo: la entrevista había terminado.

LORCASTER - Libro VII de la SAGA DE LUGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora