Parte VIII: EL LIBRO VERDE - CAPÍTULO 39

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CAPÍTULO 39

—Avalon descubrió cómo destruir a Lorcaster por medio del Tanafree de Morgana —trató de explicar Clarisa, señalando el libro verde—, y por eso Lorcaster barrió con todo Avalon, usando la mano de Morgana.

—De lo cual Morgana no es responsable —dijo Lug.

—Eso es lo que ella dice —gruñó Clarisa—, pero aunque eso fuera verdad, está el asunto de la limpieza de su sangre, y no puede decirme que eso no lo hizo por propia voluntad.

—Morgana pensó que limpiando su sangre se desprendería por fin de Lorcaster, no sabía que eso lo beneficiaba —la defendió Lug.

—Sea como sea —retrucó Clarisa—, Morgana no ha hecho más que cumplir con el papel que Lorcaster le impuso, jugando a su favor.

—Si la acusación es esa, todos somos culpables por igual —respondió Lug.

—Eso es cierto —intervino Augusto.

—¿Quiere alguien decirme cómo la limpieza de la sangre de Morgana contribuye al plan de Lorcaster? —protestó Liam—. ¿Y qué diablos es el Tanafree?

Lug frunció el ceño. Había supuesto que todos sabían lo que decía el libro del Ojo Verde y que por eso habían decidido unánimemente traerlo de vuelta al mundo físico. Obviamente, solo algunos de los presentes compartían el secreto. Merianis se adelantó dos pasos, dispuesta a responder a las preguntas de Liam.

—No, Merianis, por favor —le suplicó Morgana con voz débil.

—Las medias verdades nos han acarreado muchos problemas —le respondió Merianis—. No más secretos. Todos estamos en esto juntos.

Morgana desistió y solo meneó la cabeza en oposición, guardando silencio.

—El Tanafree es un ritual de sacrificio, un ritual de sangre en el que la vida de una reina indigna es cegada en un altar especialmente erigido en un templo abierto al cielo. Es legal y apropiado siempre y cuando toda la comunidad de Avalon haya votado por tal resolución de forma unánime.

—¿Avalon condenó a Morgana a la muerte? —preguntó Augusto, incrédulo, pues siempre había pensado en las mitríades como criaturas de luz pura, incapaces de semejantes actos de violencia.

—Es la única forma de hacer aparecer el Ojo Verde para que sea posible la elección de una nueva reina, pues el puesto es hasta la muerte —explicó Merianis.

—Parece bastante barbárico —opinó Liam.

—El Tanafree es muy raro, no se ha llevado a cabo en miles de años —explicó Merianis—, y tampoco se hubiese llevado a cabo en esta ocasión, pues a pesar de los crímenes cometidos por Morgana, la justicia de las mitríades está siempre teñida por la misericordia. Pero en este caso, no se trataba de la elección de una nueva reina, sino de algo mucho más importante: detener el plan de Lorcaster y salvar así al mundo entero de su perfidia y sed de destrucción.

—¿Salvarlo cómo? —inquirió Liam.

—Haciéndolo pasar por el Ojo Verde —respondió Lug.

—El Ojo Verde es un espejo del alma, de la esencia del ser —siguió Merianis—. Aquellos que no logran integrar su esencia con el todo del universo, son aniquilados sin piedad. Nada ni nadie puede engañar o manipular al Ojo Verde, nadie puede escapar de su poder, ni siquiera alguien como Lorcaster.

—¿Pero cómo iban a hacer para obligar a Lorcaster a pasar por el Ojo Verde? —cuestionó Liam.

—Usando los marcadores que Lorcaster introdujo en la sangre de Morgana para atraerlo, combinados con el poder del Tiamerin —explicó Clarisa—. Pero Morgana nos convenció a todos de que era esencial limpiar su sangre, y lo hicimos, arruinando para siempre el plan de Avalon. Aunque su muerte nos traiga al Ojo Verde, ya no es posible enlazar a Lorcaster al Tanafree.

—Excepto... —comenzó Augusto, pero cerró la boca, dejando la frase inconclusa.

—¿Excepto qué? —inquirió Clarisa con interés.

—Excepto que Lug tiene los mismos marcadores en su propia sangre —completó Rory.

—Oh, no, no, no, no —se puso de pie Dana, adivinando a dónde iba a terminar todo aquello—. No dejaré que Lug se ofrezca en sacrificio para...

—Eso no es necesario —la tranquilizó Lug.

—Sacrificar la vida de Lug no servirá para nada en esto por dos razones —expuso Merianis—: una, su muerte no puede convocar al Ojo Verde porque eso solo sucede si muere una reina de las mitríades, y dos, Lug ya está muerto de todas formas.

—Pero combinando la muerte de Morgana con la sangre de Lug... —razonó Clarisa.

—Nadie va a morir —la cortó Lug, terminante—. Hay otra forma de hacer aparecer el Ojo Verde.

Morgana levantó la vista hacia Lug, con el entrecejo arrugado por la intriga:

—¿Qué otra forma? —inquirió.

Fue Dana la que respondió:

—Sacando a la reina de este mundo, llevándola a otro.

—¿Llevarme al Círculo? No, eso no es posible, no —negó rotundamente Morgana—. Moriré en el altar de Avalon, como querían mis hermanas, alcanzaré así la redención y Lug atraerá a Lorcaster a su fin —propuso con firmeza.

—No permitiré eso —respondió Lug.

—Mi presencia en el Círculo solo traerá su destrucción —meneó la cabeza Morgana.

—¿Es eso lo que Lorcaster te dijo? —preguntó Lug.

—No solo me lo dijo, me lo mostró —dijo Morgana, convencida.

—Fue solo una de sus tretas para que no provocaras el advenimiento del Ojo Verde en este mundo, lo cual Lorcaster teme más que a nada —aseguró Lug.

—Pero si Lorcaster ha estado manipulando las líneas temporales para que todo salga según sus designios —opinó Clarisa—, ¿qué nos garantiza que no estemos a punto de hacer lo que él quiere con este plan?

—El simple hecho de que este plan no ha sido puesto en su lugar por Lorcaster, sino por Lyanna —respondió Lug con una sonrisa—. Es por eso que Lorcaster estaba tan desesperado por anular a Lyanna, porque ella cambió la línea temporal y Lorcaster no puede ver las alteraciones que ella provocó, no tiene control sobre ella.

—Si eso es verdad —concluyó Merianis—, debemos movernos rápido, antes de que Lorcaster adivine nuestras intenciones.

—Exactamente —confirmó Lug, poniéndose las botas y ajustando el tahalí con su espada.

—¿A dónde vas? —lo cuestionó Dana.

—Merianis, tú y yo vamos a Avalon —respondió Lug—. Los demás cruzarán al Círculo. No los quiero aquí, al alcance de Lorcaster, si las cosas salen mal.

Dana asintió su acuerdo, aliviada de que Lug le hubiese permitido estar a su lado sin que ella tuviera que obligarlo a aceptar su compañía.

—Solo hay un problema con eso —dijo Liam a Lug—. Lyanna puso una barrera de energía en la cúpula que solo tú puedes deshacer.

—No lo creo, Liam —le respondió Lug—. El plan de Lyanna está muy claro ahora para mí. Existe solo una persona que puede disolver esa barrera, y no soy yo: es Augusto —reveló sin dudas.

—¿Estás seguro? —lo cuestionó Augusto, recordando la nota amarga con la que se había separado de su esposa—. ¿Crees que Lyanna aún me quiere a su lado?

—Oh, Augusto —lo amonestó Nora—. ¿Qué estúpida idea es esa? ¿Es posible que no sepas que el único motivo por el cual esa chica estaba en este mundo era para estar contigo? ¡Por supuesto que te quiere de vuelta!

Liam rió de buena gana y Augusto se sonrojó de pies a cabeza mientras su corazón se inundaba con la felicidad de tal esperanza. La intervención de Nora aflojó la tensión del ambiente en segundos.

LORCASTER - Libro VII de la SAGA DE LUGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora