Prólogo

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—¡Corre! — grité con todas mis fuerzas viendo como el humo del gas lacrimógeno se iba expandiendo con fuerza

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—¡Corre! — grité con todas mis fuerzas viendo como el humo del gas lacrimógeno se iba expandiendo con fuerza.

Damián me sostiene la mano con fuerza.

Él no se iría sin mí y yo no me iría sin él.

El pasillo terminaba en una puerta grande. Como de un auditorio o un gran salón.

Estaba abierto.

Oía pasos detrás de nosotros y nos metimos de lleno al salón.

La luz se filtraba débilmente sobre las gruesas cortinas.

El salón parecía un salón de baile, lleno de espejos y sillas acomodadas una sobre la otra.

—Ya la puerta está asegurada— expresó Damián jadeando de haber corrido.

–¿Nahir? — se escuchaba una voz débil del otro lado del salón.

Me sobresalto y me di vuelta a buscar la voz que me había llamado.

—¿Realmente eres tú? — preguntó conmocionado.

—¿Quién es él Nahir? — me susurró Damián con el ceño fruncido.

Estaba asustada.

Muy asustada.

Pero el susto se convirtió en rabia.

Avancé hacia él.

—¡Nahir!— me gritó Damián en vano porque mis pasos se aceleran.

El hombre dio unos pasos hacia atrás cuando ve mis intenciones.

—Date vuelta— dije en tono amenazante, pero su rostro refleja duda.

—¡Que te des vuelta!— gritó y se sobresaltó.

El rostro de horror suyo era el mío hace algún tiempo.

Que lástima que los roles habían cambiado.

Se había dado vuelta mirando a uno de los grandes espejos.

—Espera, no tienes idea de las cosas que tengo para decirte, solo tienes que escucharme—emitió de manera rápida.

No nos estábamos entendiendo.

Saqué el arma de la cintura y le apunté en la sien.

Yo parada detrás de él y él mirando al espejo.

—¡Nahir! Que se supone que estás haciendo— me reprendió Damián desde atrás.

—Es no es asunto tuyo así que mantente al margen— expliqué sin quitar la mirada del sujeto.

El rostro helado de este y su rigidez me daban una idea de que ya estaba seguro de quien era yo.

—Ya te hubiera gustado verme muerta, imbécil— susurré a su oído.

—Míreme— le ordené y lo hizo.

Agarré la peluca desde mi frente y la saqué de un tirón.

Su respiración se volvía más y más agitada.

—No es lo que estás pensando— emitió.

—Me estás haciendo un problema y no necesito más problemas, no sé que haces aquí, solo vete, por tu bien vete— le ordené y se dio vuelta.

Él había sido mío.

En un pasado lejano.

Sus ojos aguados no me iban a hacer flaquear.

—No lo haré— me respondió. —Porque necesito que hablemos.

Evitaba mirarlo para no caer en una posible tentación.

Le hice una seña a Damián con la cabeza mientras se ubicó en la parte de atrás colocándole el pañuelo impregnado de líquido.

—Lo siento mucho— emití viendo como cerraba los ojos lentamente.


" No juzgamos a las personas que amamos"

Jean-Paul Sartre, Filósofo Frances.


Aclaraciones y comentarios:

*Esta prohibida la copia y adaptación de la historia.

*La historia esta ambientada en España sin embargo no soy Española, si en algún momento de la historia se encuentra algún fallo sobre la ambientación, sitios y demás coméntamelo y trataré de cambiarlo.

*Tus comentarios son muy importantes para mí y para que la historia crezca, así que te pido que lo hagas! Aquí todos los comentarios son válidos siempre y cuando no me falten el respeto a mí ni a otros lectores que tengan otros puntos de vista.

*Si puedes recomendar la historia sería genial así la historia llega a más personas.

¡Bienvenidos!

Nahir | Completa |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora