Capítulo 31

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—No creo que haga falta— dije mientras en mi cara se dibujaba una sonrisa no tan sincera

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—No creo que haga falta— dije mientras en mi cara se dibujaba una sonrisa no tan sincera.

Bueno, la planificación familiar era un tema discutible, algo que Damián quería hablar y yo quería pararle el carro.

—¿Cómo que no hace falta Nahir? Yo vivo planificando— se quejó.

Mi sonrisa se borró y en cambio mi cara demostraba aburrimiento. ¿Por qué a veces tenía que comportarse como un señor de 50 años?

—Ya vale, ya me callo— negó con la cabeza mientras encendía el coche.

Suspiré resignada.

—Damián, cielo, no tenemos por qué apurarnos, tú mismo dijiste que no estabas listo para ser padre— le dije en tono más suave.

—Tienes razón, además ni una relación formal tenemos.

Allí iba de nuevo con el problema de hace días.

Que él sentía que las cosas no eran formales, que sentía que no lo quería lo suficiente, que debía irme a vivir con él y ahora con el tema de ¡Tener hijos! ¡Pero que le habían hecho a Damián!

Mi brazo vendado ya le daba una idea de la decisión que había tomado y lástima por él si no lo quería comprender, no era como que no lo hablásemos.

—Ya, debemos ir a poner en orden nuestras cosas antes de ir a la cabaña.

Finalicé la conversación con aquello porque sabía de primera mano que conducía a una discusión.

.....

La entrada a la casa era muy rústica por llamarlo de alguna manera. Por más que quedase en una zona residencial que por cierto tenían muchos vecinos Damián me advirtió que pasando era verja la propiedad era otra.

Y tenía razón, al pasar por el portón te recibía una fila de árboles al costado del camino vehicular.

Y el terreno es resultaba ser inmenso, era un mismísimo bosque, después de tres minutos desde haber pasado la entrada llegamos a una casa exageradamente grande y hermosa.

La casa en sí tenía un estilo rústico, pero mezclado con algo más antiguo, con enormes columnas jónicas en la entrada, pero no solo allí sino que había un corredor que rodeaba la casa con las mismas columnas pero más pequeñas.

Muy al estilo estadounidense.

La familia Cortés nos esperaba en la entrada. Al fin se había dado aquella visita a la casa de verano que tanto ansiaba la familia.

Nos bajamos y mis padres saludaron a todos yo también conocía a los hermanos de Damián. Renata, que era alta como su hermano pero con el pelo negro.

Tenía un aspecto muy similar al de la señora Sofía. Y Hernán de 16.

No podía existir tanto parecido entre los dos así que asumo que ambos salieron al padre.

Nahir | Completa |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora