Capítulo 9

322 47 46
                                    


Los días habían pasado volando, ya me encontraba de vacaciones y cada día más se acercaba él día del viaje y eso me ponía un poco nerviosa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los días habían pasado volando, ya me encontraba de vacaciones y cada día más se acercaba él día del viaje y eso me ponía un poco nerviosa.

Estaba recostada boca arriba mientras tomo mi celular y marco a Alice.

Hola cariño ¿Qué haces?  Pregunto rápidamente.

Pues preparándome para una fiesta en donde conoceré a un guapo caballero. 

Fruncí él ceño. ¿Como rayos consigue tantos pretendientes?

Quería salir contigo, pero no importa.

Trae a tu príncipe rubio y vengan, te enviare la ubicación.

Olvídalo no lo invitaré

¿Cuál es el problema? Lo traes loco

Eso es mentira

Bueno pues llévalo y esta noche lo comprobamos.

Vale, mándeme la ubicación y lo pensaré.

Era obvio que no lo haría jamás invitaría a Damián, menos a una fiesta en una discoteca.

Decido que al final me prepare para dormir cuando tocan la puerta de mi habitación.

Abro la puerta y visualizó a Damián.

Si, en la puerta de mi habitación.

—¿Como entraste? — digo frunciendo él ceño. Me había sorprendido verlo, hace unos minutos estábamos hablando de él y ahora estaba en mi puerta.

¿Qué clase de brujería es esta?

Lo miro de arriba abajo, por yisus, se veía tan bien.

—Por la puerta— dice malhumorado.

—Ya lo sé y ¿mis papás? — digo mirando de reojo fuera de la habitación.

—Nahir ya no eres una niña y conozco a tus padres, ellos me dejaron entrar— dice rodando los ojos.

—¿Y qué haces aquí? — digo ladeando la cabeza.

—¿Puedo entrar? es molesto aquí— menciona haciéndose paso a mi habitación.

Por lo general nadie entraba a mi habitación mucho menos hombres, no es como que tuviera nada en especial solo que mi habitación es mi desconexión del mundo.

—Salgamos— dice sentándose en uno de los sillones cruzándose de piernas.

Su pelo rubio un poco alborotado pero en la medida justa y su olor embriagador varonil me dejaba un poco tonta, a decir verdad. Esperaba que no se diera cuenta de la manera que lo estoy mirando.

—No quiero salir— dije sentándome en mi cama. Afortunadamente no me había puesto él pijama aún.

—Deja de ser aburrida— dice removiéndose con impaciencia en el sillón.

Nahir | Completa |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora