Capítulo 28

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Los nervios que me causaban que nada me saliera bien hacían que cada día me comporte de manera más insoportable

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Los nervios que me causaban que nada me saliera bien hacían que cada día me comporte de manera más insoportable. Y no quería hacer eso con gente que la verdad no se merecía.

El paso de los días se había convertido en semanas y estos en meses. Meses en donde tuve que hacer el uso de la mayor indiferencia que podía generar para poder sobrevivir a todo aquello que acontecía con Damián.

Iba a ser muy franca, lo extrañaba, mucho.

Él no se comportaba de la misma manera, tenía un humor terrible con los empleados, que estos al verlo llegar se paraban, saludaban y agachaban la cabeza para no ser presos de su mal carácter.

Descuidó su aspecto, su pelo rubio se alborotaba y no se peinaba en días, se esmeraba en ir elegante, pero ni si se vestía de la mejor manera, sus ojos reflejaban la maldad y el mal humor que hace dos meses lo caracterizaba.

Podía admitir que hasta yo le tenía poco de miedo.

Los encuentros en el ascensor eran los peores, casi siempre me ponía frente a él para no mirarlo o cerraba los ojos mientras sentía mi corazón palpitar al momento que su perfume me inundaba y amenazaba con mandar todo al carajo. Por lo menos deseaba sentir un poquito de sus labios sobre los míos y que me diga que todo saldría bien.

Pero él lo había deseado así.

Él quiso que no lo volviera a buscar y yo no fallaría a mi palabra.

Buscaba distraerme tontamente con actividades de las cuales no me sentía tan orgullosa. Alice me acompañaba a cada una de estas.

Un toque en la puerta de la oficina captó mi atención y ladeé la cabeza sacándome los pensamientos de la cabeza.

Olivia entró y cerró la puerta detrás de ella con sumo cuidado.

Porque hasta los ruidos le molestaban, la oficina se había convertido en una biblioteca por su mal genio.

—Nahir, eres tú la única que puede decirle que pare— dijo ansiosa jugando con sus manos.

Arrastré la silla hasta el cristal moviendo las cortinas con mis dedos para visualizar su oficina.

—De tanto humo ya se accionó la alarma de incendios dos veces en la semana— explicó de manera rápida.

Hojee la situación y era hora de que aquel pacto de silencio se acabase, si iba a convivir conmigo lo haría de manera correcta.

—Déjalo a mi cargo- asentó y ella soltando todo el aire de sus pulmones salió de la oficina.

No era secreto que venía a la oficina como se le daba la gana y hacia lo que quería en ella.

Dos veces tuvimos que evacuar el edificio por culpa del humo intenso del cigarrillo, sin mencionar la cantidad de mujeres que desfilaba después que culminaba la hora de trabajo.

Nahir | Completa |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora