Capítulo 8

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Nahir

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Nahir

Moví lentamente el cuello y las luces blancas no me dejan abrir completamente los ojos.

Abrí los ojos lentamente y automáticamente sentí algo en el brazo que dolía.

—Dios, despertaste— murmuró un Damián preocupado sentándose en la camilla a mi lado.

La vía intravenosa me ardía como el mismísimo infierno. Me levanté de golpe y nuevamente se me nublan los ojos.

—Despacio— pidió Damián moviéndose más a mi lado.

—Quiero quitarme la intravenosa, me duele— pedí con la respiración acelerada.

—Cálmate, ¿sí? Eso es porque te estás moviendo— espetó mirándome a los ojos tratando de calmarme.

Me estaba comenzando a desesperar.

—Tienes que calmarte, no pasará nada— respondió de manera suave.

Nunca en ninguna crisis de los miles que tuve en mi vida hubo una persona como Damián tranquilizándome, nadie se quedaba demasiado tiempo.

La enfermera vino un segundo después a ponerme un calmante.

De esos que mi cuerpo conocía de arriba a abajo. Ya estaba acostumbrándome.

—Tu mamá viene en camino, ya que tu papá tuvo una reunión de último momento en Barcelona—masajeando mi mano que se empezó a poner morada por la aguja y roja por la alergia a las vendas.

El medicamento hacia efecto, ya empezaba a darme un poco de sueño, se me sacaron las ganas de llorar.

—¿Qué piensas? — preguntó buscando mi mirada.

—Que cuando termine el efecto del medicamento mi vida será la mismísima mierda— respondí.

Tenía la mirada fija en nada. Porque eso sentía, nada. Y sentir nada quizá era peor que sentir todo. Sabía que lo que venía después de la medicación no era nada bueno.

—No me mires con lástima Damián, odio que me miren así— pedí fijándome en él.

—No sé qué decirte— dijo bajando la cabeza hacia mi mano morada. Hasta ahora era el único momento donde lo veía totalmente serio.

—Olvida lo que paso hoy por favor— dije masajeándome la sien.

—¿Por qué?

—Solo haz lo que te digo— repetí buscando su mirada.

—Estabas mal— negó con la cabeza.

—No importa.

Mi madre entró por la puerta con cara preocupada y desconcertada.

Damián hizo el intento de levantarse cuando agarré fuerte su abrigo y me miró de vuelta.

—¿Quieres que me quede? — preguntó.

Nahir | Completa |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora