Capítulo 4

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Los días siguientes me la pase entre preocupada y pensativa

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Los días siguientes me la pase entre preocupada y pensativa. Pensando en Isaac, en mis clases aburridas, en todo. No tenía ganas de salir, iba a clases y de clases a casa esa era mi rutina.

Mi celular vibró anunciando un nuevo mensaje.

¿Me enseñas la ciudad? Decía el mensaje de Whatsapp, el número no tenía foto de perfil, pero bueno ya sabíamos de quién se trataba.

Y otro mensaje que decía ¿Nos vemos hoy en nuestra cafetería de siempre?  De Alice, además que decía que tenía cosas nuevas que comentarme, ya que no siempre estábamos juntas por no llevar las mismas materias. A uno de los dos debía cancelarle y esa sería Alice, debíamos llegar a un acuerdo de que haríamos con Damián o al menos quería saber que pensaba al respecto.

Cancelé la salida con Alice al final.

Por otro lado a Damián le respondí Solo si vienes a buscarme y envíe el mensaje.

Vale a las 7 te busco me respondió en unos segundos.

Vaya eficacia la suya.

Me preparé un poco antes, me alacié el pelo en lo que hacía una raya en medio, lo deje así. No era como una cita no sé por qué me esmeraba.

Odiaba esmerarme por cosas que en realidad no tenían tanta importancia.

Escuché una bocina del auto en punto las 7 y bajé las escaleras.

Papá se había reído de mí cuando dije que Damián me pidió que le mostrara la ciudad, dijo que no tendría problema en aceptar a Damián como yerno. ¿Qué les pasa a los mayores? Yo no tendría una relación y menos con un patán como Damián.

—Mamá, ya me estoy yendo, ¿le avisas a papá? — grité.

—Lo haré, te cuidas hija y no vuelvan muy tarde— Respondió despidiéndose con la mano.

Le tiré un beso, y me giré en dirección a la puerta, automáticamente me arrepentí de haber aceptado la invitación.

Camine hacia el auto y bajó su ventana mirándome.

Dios, no lo toleraba en serio, aun así, estaba allí a punto de entrar a su coche dispuesta a aguantar los comentarios despectivos hacia mí.

Abrí la puerta del asiento del acompañante y subí, saludándolo —Que tal— dije cerrando la puerta.

—Te ves muy bien— dijo mirándome descaradamente por segunda vez desde que nos conocimos.

Tenía un conjunto negro de deportivo, creo que lo teníamos en común era el gusto por el negro.

—¿Siempre me mirarás así, cada vez que nos veamos? Porque es molesto— dije acomodándome.

—Siempre— dijo colocándose el cinturón y volviéndose serio.

Nahir | Completa |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora