✵ Capítulo 07

252K 31.3K 39.5K
                                    

Echo otro poco de agua a mi rostro y suelto un suspiro sacudiendo la cabeza de un lado a otro, me miro en el espejo y veo a Aitor apoyado de espaldas contra la pared mientras se termina su cigarrillo.

—Nos meterás en problemas —siseo, apoyando mis manos sobre el lavabo.

—Cerré con seguro, a parte, es tabaco, no marihuana —gruñe sacando el humo de entre sus labios mientras rueda los ojos al mismo tiempo.

—¿Y cuál es la jodida deferencia? —le demando cotilleado con una ceja arqueada.

—Uno merita castigo social, el otro me puede llevar detenido hasta por meses —se burla, mirando su cigarro y sonreír con burla—. En realidad, quien está metido en problemas eres tú—canturrea y lo miro de mala forma—. ¿Acaso no siempre llevas condones en el bolsillo de tu camisa?

Muerdo mis labios pensativo y giro hacia él para verlo directamente, me doy soporte con cierta parte de mi cintura a la altura del lavabo y cruzo mis pies para mantener mi equilibro. Aitor está expectativo esperando por mi respuesta.

No sé qué decirle o quizá sí, pero la verdad es que no tengo las palabras correctas para poder responderle sin que suene a algo que él pueda tomar como un chiste más en mi vida.

—Lo único en lo que estaba pensando era en el bonito diseño de su ropa interior.

Murmuré, encogiéndome de hombros y tratando de omitir la parte en que Becca no me dio tiempo siquiera de mencionarle acerca del condón, solo pasó y ninguno de los dos protestó, pero qué podía esperar cuando ambos nos encontrábamos drogados.

—¿Estás seguro que tuviste relaciones con ella? Ya sabes, el LSD te hace alucinar... ¿Y si realmente con quien tuviste sexo fue con alguna desconocida?

—Buen punto —asentí.

—Mira el lado bueno, no sería la primera vez que pasa algo así —me apoya, curvando la comisura de sus labios a medias—. Solo tendrías que repetir lo de la vez anterior. Olvidar que sucedió.

—No ayudas —mascullo, cogiendo mi mochila del suelo y tratar de acomodar mi cabello con mi mano libre.

El chico apaga el cigarro con los pequeños charcos de agua sobre el lavabo, me fijo como envuelve la colilla en un pedazo de papel y lo tira al cesto de basura, lava sus manos con jabón y finalmente las talla con gel antibacterial, todo eso para que el olor del tabaco se pueda camuflajear un poco.

—Aidan —me llama y lo volteo a ver—, ¿si es niña puede llamarse Diana? Ahora, si es niño me gusta el nombre Amed.

—Tu puta madre se llamará Amed o Diana —siseo entre dientes y salgo de mala gana del baño.

Puedo escuchar sus carcajadas de un tono fuerte y burlón atrás de mí.

Mi cabeza duele y tengo ojeras que lucen como si estuviera teniendo una lucha con un insomnio de hace varios meses.

Llegué a las cuatro de la madrugada, el efecto ya había pasado hasta cierto punto, pero el olor a alcohol todavía estaba presente, solo suplicaba porque mi madre no se despertase, con pasos torpes pude llegar a mi habitación.

Cuando sonó la alarma a las siete del día, me odié miles de veces por haber aceptado ir, ¿qué clase de locos hacen una fiesta entre semanas? En ese momento, con el sonido martillando mi cabeza, recordé la razón del porqué casi nunca asistía a estas. Sin embargo, con toda la rabia cargando sobre mis hombros, me puse de pie para arrastrarme al baño y darme una ducha con agua fría.

Ahora, mis ojos pesan y echarme agua en el rostro no ayuda ni un poco. He llegado tarde a mi clase de optativa, el profesor llamó mi atención y yo solo pude murmurar lo pésimo que iniciaba mi día.

Si las personas fueran constelaciones [✔] | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora